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Los héroes en el olvido

José Martínez Pose, que participó junto a otros marineros de la comarca en el rescate de la tripulación de dos barcos en 1965 y 1968, falleció el 28 de diciembre a los 84 años

La Armada entregó diplomas a los participantes en los rescates.

El 28 de diciembre fallecía José Martínez Pose. Un moañés que residía en Vigo y que contaba 84 años. No es de esos marineros que pasaron por este mundo sin dejar huella. Es más, gracias a su valentía y a la de otros compañeros suyos, las vidas de muchas personas pudieron seguir su curso. Y es que Pose participó en dos heroicos rescates en alta mar, en sendos naufragios.

Ambos se produjeron en los años 60 y entonces este moañés trabajaba, como tantos otros vecinos de la comarca, en el buque "Begoña", de la Compañía Trasatlántica. El arrojo y valor de los marineros que participaron en los rescates les valieron el reconocimiento de la Armada Española en forma de diploma y de medalla, en un acto presidido en 1965 por el entonces director general de Instrucción Marítima, Manuel Pieltain, y por el comandante militar de la Marina, Rafael de Aguilar y Ojeda.

Padre de tres hijos, Pose siempre les narró su intervención para evitar muertes en ambos naufragios en alta mar, como recuerda su hija María Teresa Martínez. "Siempre nos contaba las historias y nos enseñaba las medallas. De niños no le dábamos el valor real de lo que hicieron tanto él como sus compañeros", indica. Conserva, sin embargo, los diplomas, medallas, recortes de prensa y fotografías que recuerdan las gestas en las que participó su padre.

El primero y quizá el más espectacular de los naufragios fue el del motovelero "Mary", el 28 de abril de 1965. Según recoge Carlos Peña Alvear en su libro "Historias de Barcos de la Compañía Atlántica", el "Mary" arribó al puerto de Vigo en 1963. Registraba 140 toneladas brutas y 90,5 netas. Llegó a las costas gallegas muy dañado y no zarparía hacia el Caribe hasta diciembre de 1964, con una tripulación compuesta por cinco hombres (el capitán-armador y un grumete de nacionalidad alemana, dos británicos y un danés). A ellos se les unió un joven natural de Vigo, de 25 años, llamado Luis González Fernández.

Tras hacer escala en Leixoes y en Canarias, el motovelero cruzó el Atlántico rumbo al Oeste aprovechando los vientos alisios hasta recalar en la isla de Antigua y en la vecina Montserrat. Al mando del capitán Ouve Steffen, transportó carga entre las distintas islas que forman las Antillas menores pero la tragedia se rozó el 28 de abril del 65.

El destino quiso que el "Begoña", en el que trabajaba José Martínez Pose bajo el mando de Fernando Campos Setién, entrase ese día en las aguas del Caribe por el sur de la isla de Granada. La tripulación recuerda una buena visibilidad, con viento flojo de levante. A las 20.19, cuando la noche ya había llegado, el horizonte se iluminó por la proa con una luz anaranjada. Poco después observaron una segunda luz idéntica y el oficial de guardia comprendió inmediatamente que se trataba de señales de socorro. Fernando de Campos ordenó alterar el rumbo a babor para dirigirse hasta las señales.

En solo 33 minutos el bote a motor nº5 del "Begoña" se deslizaba por el casco con una dotación de emergencia compuesta por seis valientes marineros que arriesgaron su vida para salvar las de sus compañeros del "Mary". El primer oficial Jesús Eroa Barrenechea dirigía el bote, acompañado por José Martínez Pose y sus compañeros Julio Rodríguez Saborido, Antonio Piñeiro González, Balbino Piñeiro Chapela y José García Gores, algunos de ellos también de O Morrazo.

La operación de salvamento no fue sencilla. Tres personas se encontraban a bordo del motovelero de bandera sueca, que navegaba entre las islas de Trinidad y Martinica con 200 toneladas de cemento en su bodega. Los hombres del "Begoña" recogieron a dos de los tres tripulantes que estaban a bordo, pues el capitán y propietario del barco se negó a abandonarlo pese a las advertencias. Después rescataron a los cinco tripulantes que se habían echado a la mar en un pequeño bote del "Mary". A las 21.34 todos ellos estaban a salvo en el "Begoña", entre ellos el vigués Luis González Fernández, así como varios marineros del Caribe y de Holanda. Llevaban 8 horas luchando para evitar el hundimiento de su barco, pero se salvaron sin más lamentos que el agotamiento propio de una situación desesperada como la que acababan de vivir.

Pero la velada sería todavía más larga, pues a las 22.25 la noche se volvió a iluminar con una bengala de socorro desde el lugar de la pequeña tragedia. Sin duda era el capitán Steffen, que había decidido salvar su vida. Los héroes de esta historia volvieron a por él y lo localizaron en una balsa, cerca de su motovelero, que se encontraba envuelto en llamas. Los integrantes del bote de emergencias volvían a salvar una vida. A su regreso a Vigo la naviera concedió trabajo al único gallego que sobrevivió al naufragio.

Solo cinco años después los tripulantes del "Begoña" volvían a participar en un rescate. En ese caso salvaron la vida a los pasajeros y tripulantes de su barco casi gemelo, el "Montserrat", en lo que pudo ser una tragedia de enormes proporciones. Este buque sumaba 1.100 toneladas menos que el "Begoña" y acomodaba a 100 pasajeros menos.

En 1970 el "Montserrat" estaba capitaneado por Pepe González Conde. El 3 de agosto salió del puerto venezolano de La Guaira, con Tenerife como destino. A bordo viajaban 815 personas entre tripulación y pasajeros, que por aquel entonces desconocían la peligrosa aventura que tenían por delante.

El tiempo era bueno y las condiciones de navegación inmejorables. El domingo 9 de agosto el barco había cubierto la mitad de la distancia que separa las costas venezolanas de las canarias. Sin embargo la velocidad alcanzada hace que se sucedan los problemas. Se averían las bombas de alimentación y el buque queda paralizado en medio del Atlántico. Mientras el personal trata de mostrar tranquilidad y tranquilizar a la tripulación, los mecánicos intentan arreglar la avería. Confiaban en un periodo de parada no superior a las 11 horas.

Por si las moscas, el capitán envía un telegrama a la Compañía Trasatlántica. El trabajo en la sala de máquinas no da sus frutos y al no funcionar las cámaras frigoríficas ni las cocinas el temor se centra en cómo alimentar a casi un millar de personas hasta ser rescatados. Remiten nuevos telegramas a la compañía armadora y al capitán del "Begoña", que surcaba la misma ruta y navegaba ya a escasos días de distancia.

Cinco horas de transbordo

Los responsables del barco van informando poco a poco a los 630 pasajeros de que están a la deriva.

El día 11 llegaría a la zona el "Begoña" para prestar la asistencia que se necesitara mientras la armadora contrataba los servicios de un remolcador. Ya no funcionaba ni siquiera la alimentación eléctrica para recibir o enviar telegramas, por lo que el "Montserrat" estaba aislado del mundo exterior.

El "Begoña", ahora con Gerardo Larrañaga de capitán y todavía con José Martínez Pose entre su tripulación, había recibido el mensaje dos días antes y acudió al auxilio. La dirección de la Trasatlántica decidió un transbordo de pasajeros de un barco al otro, en pleno océano. La compleja operación no tenía precedentes. Las lanchas motoras del "Begoña" remolcaron a los botes del "Montserrat" desde primera hora de la mañana del 12 de agosto. Tuvieron que realizar varios viajes entre los dos barcos. En ambas tripulaciones había vecinos de Moaña y Cangas.

Los rescatados fueron subidos uno a uno prácticamente en volandas por un cordón de tripulantes del "Begoña", entre los que se encontraba Pose. Todos estaban a salvo cinco horas después, entre ellos 200 niños que se salvaron gracias a la rápida y eficiente evacuación. Al día siguiente se repitió la operación para recuperar todo el equipaje del pasaje.

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