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"Matadnos a nosotros también"

Manuela "a Bichona" trasladó a solas el féretro para su marido, fusilado en 1936

Manuela "A Bichona". // Faro

El día que fusilaron a su marido, Manuela "A Bichona" persiguió la camioneta de los cívicos desde el centro de Pontevedra hasta el kilómetro 1 de la Avenida de Buenos Aires. Todo el camino fue gritándoles que la mataran a ella también, y a sus dos hijos. Gritaba qué iban a hacer sin él. "Matadnos a nosotros también asesinos, que sois unos asesinos", les increpó hasta que la encerraron en un portal.

Cuando logró liberarse subió hasta el paredón de Monte Porreiro y al ver aquella fila de cajas de cascotes en las que pretendían enterrar a Amando Iglesias, regresó a la carrera al centro a comprarle un ataúd. Con él sobre su cabeza volvió junto al cuerpo ya sin vida de su marido, presidente del sindicato de marineros de la CNT de Marín, asesinado el 31 de diciembre de 1936 junto a otros vecinos de la localidad, entre ellos el alcalde, Antonio Blanco.

Su historia aparece recogida con otros 15 casos de represión en el libro "Un cesto de mazás. Memoria das vítimas do 36 e do tempo que veu" de Montse Fajardo, que será presentado en el Museo Torres de Marín el próximo viernes, 25 de septiembre, a partir de las ocho de la tarde, en un acto organizado por la Asociación a prol da recuperación da memoria histórica. Un día antes, el jueves 24, se presentará en el Pazo Mugartegui de Pontevedra.

Como cada año, la asociación que preside Enriqueta Molas rendirá homenaje a las víctimas del fascismo en Marín durante un acto que se celebrará hoy, a partir de las 12.30 horas en el Pozo da Revolta, donde hace 79 años fue asesinada Carmen Pesqueira, "A Capirota". El acto de este año contará con la intervención de la autora de "Un cesto de mazás" que, según sus propias palabras, "habla de las víctimas evidentes: de personas paseadas, fusiladas, escondidas durante años en tumbas excavadas en cuadras.

Pero también de las otras víctimas que en muchas ocasiones ni siquiera son consideradas como tal: De las niñas que nunca aprendieron a escribir pues no se permitía la entrada en la escuela a las hijas de rojos. De las madres que buscan el suicidio en la boca de un pozo para reunirse con el hijo fusilado. De las viudas de luto eterno, como Manuela A Bichona, que tuvo que sacar adelante a dos hijos sola.

Por muchos años que pasaron, Manuela jamás superó lo ocurrido y cuatro décadas después de que Amando fuese asesinado, afectada de demencia senil, abandonó el hogar familiar y vagó perdida. La buscaron durante días hasta que su cuerpo sin vida apareció en el río, muy cerquita de donde su marido había sido fusilado.

Se cree que ese día volvió a hacer el camino que el 31 de diciembre de 1936 había hecho dos veces: primero persiguiendo la furgoneta que llevaba a Amando al paredón y después cargando a solas con el féretro en el que sería enterrado, sin saber que en aquel tercer viaje llevaba a cuestas su propia muerte.

La suya es sola una de las 16 historias de dolor y memoria que recoge el libro "Un cesto de mazás".

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