La lluvia, gran ausente durante las primeras jornadas de la Romaría de Darbo 2015, apareció ayer sin que nadie la invitase a los festejos. Tras tres días en los que el buen tiempo permitió a cientos de personas acercarse hasta el campo de fiesta de Darbo para disfrutar de la gastronomía, la música y presenciar los actos religiosos, la lluvia deslució ayer por momentos las últimas actividades de una de las fiestas grandes y con más arraigo de la comarca de O Morrazo.

Los más madrugadores asistieron al pasacalles encargado de anunciar el "Tavario de Darbo" y que estuvo protagonizado por la Unión Musical de Meaño. La misa solemne de las 12.30 horas, cantada en esta ocasión por el Coro Parroquial do Hío, se celebró con normalidad, pero la incertidumbre llegó momentos antes de que saliese la procesión. "Estuvimos dudando si sacar la imagen de la Virgen, pero en un momento de tregua que dio la lluvia aprovechamos", explica uno de los integrantes de la Comisión de Festas, Luis Guimeráns.

Por la tarde, los juegos populares para los más jóvenes y las actividades musicales, como el concierto de la Unión Musical de Meaño y la verbena amenizada por las orquestas Capitol y Passarela, transcurrieron con normalidad, aunque sin que luciese el sol. Paralelamente, y aunque en menor cantidad que el día anterior, grupos de familiares y amigos volvieron a reunirse en el atrio de Darbo para degustar las tradicionales sardinas asadas y otros productos típicos de esta romería.

Tradiciones que se recuperan

La Comisión de Festas, a través de Luis Guimeráns, celebró que "los festejos transcurriesen sin incidentes importantes y con una asistencia de gente tan elevada". "A las cuatro de la mañana, cuando dejó de actuar la orquesta, parecía, por los asistentes, que eran las doce de la noche", explica Guimeráns en relación a la multitud que abarrotó Darbo durante el día grande, también de noche.

El balance de la romería "es muy bueno", afirma Guimeráns, antes de recordar que "cobra mayor importancia al celebrarse entre semana y justo después de la Festas do Cristo de Cangas". A falta de cifras oficiales de asistentes a los cuatro días de celebración que se vivieron en la parroquia de Darbo, ni tampoco de ventas, "ya que resulta imposible", es innegable que la romería volvió un año más a superar todos sus registros.

Desde la organización señalan que "no hay espacio para más, ni gente, ni puestos, ni atracciones; hemos llegado al límite", e intentar seguir creciendo "sería un agobio para todos". Un espacio, el atrio de Darbo, que durante cuatro días fue punto de encuentro para diferentes generaciones ya que "se podían ver familias en las que venían desde el abuelo al nieto". Uno de los aspectos que se valora de manera positiva desde la Comisión de Festas es "la recuperación de la tradición de venir al atrio a comer y a cenar, ya sea con familiares o amigos", un ritual que se perdió en los noventa y que poco a poco parece haberse consolidado de nuevo entre los habituales en Darbo. Los valientes que hayan superado los cuatro días de festejos tienen ahora un año para recuperarse.