La cita fue a las siete de la tarde en el entorno de la Alameda Vella, donde una hilera de vehículos circuló a ritmo lento mientras el cura párroco, Severo Lobato, los bendecía en representación de quien antaño fue patrón de los arrieros, luego de los camioneros y taxistas, y hoy de todos los conductores en general. La imagen de San Cristóbal es común en muchos coches y camiones, escenificando, muchas veces junto a las fotos de la familia y la clásica leyenda de "Papá no corras", la conciencia de responsabilidad de todos los conductores. Es como una especie de "ángel de la guarda" que aconseja prudencia a todos los que se ponen delante de un volante y una jornada de fiesta al inicio del verano.

La jornada de ayer fue más ceremonial que festiva y no destacó por la vistosidad ni los adornos en los coches, que en Cangas se ciñeron a los lazos y los globos como únicos atributos. En Moaña, como es costumbre, salieron a la calle algunos vehículos clásicos para realizar un recorrido por el municipio anunciado a ritmo de claxon y con la firme intención de que esta tradición no se pierda.

Entre los protagonistas de la jornada está también Ricardo Rodríguez Fernández, un extaxista originario de Ordes y que ejerció su profesión en Cangas durante 40 años, hasta que se jubiló el año pasado. Ayer acudió también a la bendición de coches y hoy compartirá con familiares y allegados una comida de homenaje que se ofrecerá en Casa Simón.

Durante el tiempo que estuvo al volante de su taxi, desde 1964, y en el que se implicó varios años en la organización de las fiestas de San Cristóbal -entre finales de los años 80 y 2002, cuando se interrumpió su celebración- Ricardo pudo disfrutar "de épocas mellores e peores" en la profesión, que ha ido perdiendo licencias al ritmo que mejoraban las comunicaciones y aumentaba el parque móvil. "Nos primeiros anos 80, antes de abrir a ponte de Rande, eramos 47 taxistas e había traballo para todos; a diario chegaban barcos do Gran Sol a descargar nos muelles e os mariñeiros utilizaban o taxi", recuerda, y lo compara con la decena escasa que se mantienen en activo. Aún así, aboga por que la tradición de San Cristóbal "nunca se perda".