La situación de Senén Álvarez Jalda salió a relucir en Cangas cuando sus compañeros lo pusieron como ejemplo inequívoco de lo mal que está diseñado el nuevo sistema de becas. Fue en una reunión de jóvenes socialistas en este municipio en la que se mencionó que el joven discapacitado Senén Álvarez había perdido la beca. Todos se extrañaron porque lo conocían y sabían que era un muy buen estudiante.

Y, efectivamente, Senén Álvarez es un buen estudiante. Su discapacidad del 80% no le impidió sacar adelante sus estudios, pese a las muchas dificultades con las que se encontró antes y ahora. El joven estudiante universitario comenta que perdió la beca porque tiene una segunda matrícula en una asignatura. Lo reconoce sin rubor, al mismo tiempo que manifiesta que se debe a que su letra es muy deficiente, debido a sus problemas psicomotrices y que su profesora le dijo que lo suspendía porque no entendía lo que escribía. "Debido a mis circunstancias especiales necesito reconocedores de voz, que compré gracias a la beca. Pero cuando tengo que hacer un examen escrito, mi letra es muy mala, porque mis muñecas tiemblan. Mis profesores me dijeron que me suspendieron porque no entendían lo que escribía"

Relata Senén Álvarez que lo que le indigna es que metan a todos en el mismo saco. Explica que siempre contó con una beca de Educación Especial, que no se regía por los baremos de las demás becas, sin embargo ahora el ministro Wert decidió equiparar estas becas a las otras : "Mi discapacidad la padece un 2% de la población, ni tan siquiera al 2% de universitarios. Y así no estamos en igualdad de condiciones. Nosotros tenemos muchos problemas para estudiar. Solo comentar que para que me den una nota tengo que pedir a muchos de mis profesores que bajen a la cafetería, porque no puedo acceder a la mayoría de sus despachos, porque hay escaleras." Su mayor problema ahora mismo es el desplazamiento al CUVI. Asegura que los autobuses de Vitrasa no están adaptados y mucho menos las lanzaderas al campus, que siempre van llenas de gente. "Me conformaba con que me dieran dinero para los desplazamientos. Me retiran la beca, pero yo tengo el mismo desplazamiento que hacer todos los días", comenta Senén Álvarez, no sin cierta vehemencia en sus palabras, cargadas de indignación por el trato "desigual" de esta política de becas.

Senén Álvarez Jalda es pensionista. Cobra al mes 174 euros como consecuencia de la Ley de Dependencia, que no le permiten demasiados excesos. Su madre es autónoma y cobra una prestación por un hijo a cargo, mientras que su padre trabaja en un aserradero cuatro horas al día. Los 5.000 euros que percibía antes de beca le permitían acceder a esos caros reconocedores de voz que él tanto necesita para sus estudios y que desde la Xunta de Galicia no se le facilitan, a pesar, según Senén Álvarez, de que es su obligación. Este vecino de Vilaboa vive en un piso de la calle López Mora, en Vigo, durante el curso y regresa a Vilaboa en verano, a casa de sus padres. Este año tendrá que sufrir varias operaciones, una de ellas de rodilla, que seguro que le harán perder tiempo para el estudio, y tal vez su rendimiento académico se vuelva a ver afectado por estas circunstancia. Pero la política de becas de Wert no entiende, como señala Senén Álvarez, de este tipo de situaciones. Sí que es cierto que debido a su 80% de discapacidad está exenta del pago de la matrícula "igual que las mujeres maltratadas u otros colectivos", ironiza.