Los nuevos fondos que incorpora el Museo Massó de Bueu abarcan ámbitos de lo más diverso y hasta se podría decir que profundizan en facetas contradictorias del ser humano. El saber científico aplicado a mejorar los instrumentos de navegación o la innovación tecnológica para contar con ventaja en medio de una cruel guerra. O en un abordaje. Una de las piezas más curiosas vinculadas al corso que acaba de adquirir el museo buenense es una pistola muy peculiar. El arma cuenta con un gatillo de doble función: podía disparar los habituales proyectiles con pólvora, pero con un ligero movimiento por debajo del cañón de la pistola se desplegaba una temible bayoneta. Un dispositivo ideal en un combate cuerpo a cuerpo y en medio de un abordaje.

Este tipo de arma fue utilizada en enfrentamientos como la Batalla de Trafalgar (1805) y también se empleaba en las diligencias para defenderse de los forajidos. El ejemplar adquirido para la colección sobre el corso fue fabricado por Usatorre, un fabricante radicado en Eibar. La localidad vasca es la ciudad armera por excelencia en España y se considera que allí se fabricaban las mejores armas. El ejemplar adquirido por el Museo Massó está en perfectas condiciones y el sonido de la bayoneta al desplegarse todavía infunde un más que justificado temor. Lo normal era comenzar el ataque disparando y cuando se estaba más cerca del adversario se utilizaba la bayoneta, que normalmente se dirigía contra los ojos, el corazón o los pulmones. Este tipo de arma empezó a caer en desuso después del primer tecio del siglo XIX, cuando se mejoró la potencia y el alcance de disparo de las pistolas.

También se relaciona con el corso el pequeño cañón de abordaje del siglo XVIII fabricado en bronce que pasa a formar parte de la colección. Se trata de un arma de pequeño calibre, que se podía mover de un lado a otro del barco durante un abordaje. La pieza fue examinada por el comandante de artillería y experto en historia naval José Hermida, que certificó el gran interés del objeto, que fue adquirido en Francia.

El área relacionada con la pesca de la ballena también se ve reforzada con dos curiosos objetos. Uno es un bastón inglés de mediados del siglo XIX y cuya empuñadura, fabricada en madera de ébano, representa la figura de un cachalote. "Son el tipo de bastones que usaban los capitanes de los balleneros para andar por tierra una vez que dejaban el mar. Las tallas podían estar realizadas en madera, como en este caso, o con dientes de cachalote", explica la directora del museo buenense, Covadonga López de Prado. Este ejemplar fue adquirido a un anticuario holandés y bien pudiera ser el que utilizase el novelesco capitán Ahab de Herman Melville si no hubiese sucumbido en su lucha contra Moby Dick.

Quizás pueda resultar más llamativo el otro objeto vinculado a la ballena. Se trata de un scrimshaw, esto es una pieza de artesanía relacionada con la caza del cetáceo. Las fabricaban los tripulantes a modo de entretenimiento durante las largas travesías en pos de la ballena y luego las vendían en los puertos. Suelen representar imágenes que les resulten muy cercanas. En este caso se trata del barco, un ballenero llamado "Eliza F.Mason" y del que se tiene constancia de arribadas en los puertos de San Francisco y Baltimore. La pieza que incorpora el Museo Massó se elaboró en torno a 1855 y tiene un carácter excepcional. "Normalmente se usaban restos de los dientes o de los huesos del cetáceo, pero en este caso es parte del cráneo procedente de un simio o un mono", explica la directora. Eso, junto a las características de la cenefa que completa la imagen, hace pensar que su autor hizo el grabado cuando navegaba cerca del ecuador.

En lo que respecta al apartado de cartografía náutica, el Museo Massó cuenta con dos nuevas joyas. La primera es un "sector de Gunter", un instrumento de la segunda mitad del siglo XVII que se empleaba para la resolución de problemas matemáticos de navegación. Su nombre se debe al matemático Edmund Gunter, que en 1623 publicó el tratado "De sectore et ratio", y fue fabricado en París por el prestigioso taller de Paul Butterfield (1625-1724). El otro aparato es una regla de latitudes, también fabricada en Francia aunque esta vez en el siglo XVIII, y que resulta excepcional por su complejo sistema de cálculo. Las dos piezas fueron adquiridas en el país galo.

Conserva

Las nuevas adquisiciones se completan con un nuevo lote relacionado con la industria de la conserva. Se trata de material procedente de la antigua conservera Albo, que comenzó a trabajar a principios del siglo XX en Cantabria. Luego se extendió a Asturias y finalmente llegó a Vigo, donde en 1934 fijó su sede central. El material que pasa a formar parte de la colección del Museo Massó de Bueu incluye envases, cajas, troqueladoras y hasta el primer reloj para que el personal de la antigua fábrica -en la calle Jacinto Benavente- fichase a la hora de la entrada y de la salida.