Las noticias de Bruselas han sentado como un jarro de agua fría entre los afectados de la Plataforma de afectados por las participaciones preferentes y obligaciones subordinadas de O Morrazo, muchos de ellos jubilados, que ven con temeridad cómo las opciones de recuperar su dinero íntegramente se desvanecen y, en su lugar, aparecen otras alternativas como el canjeo por acciones o bonos. Una parte de ellos ya recuperó los ahorros retenidos en las preferentes a través del arbitraje de la Xunta, pero sigue sin noticias respecto al dinero atrapado en las subordinadas y el plazo del arbitraje tiene ya los días contados. "Toda mi vida he estado metido en el mar, trabajando, como para que me pase esto con los ahorros. Es para darte un infarto", asegura Fernando Guimeráns, marinero jubilado de Cangas que si bien recuperó los ahorros metidos en las preferentes sigue desde agosto esperando una cita que no llega para las subordinadas.

Todos los miembros del colectivo comparten el sentimiento de frustración y desesperación y desconocen qué pasará en los próximos días. Muchos se aferran a la esperanza de una llamada para entrar dentro del sistema de arbitraje, en esta recta final, aunque reconocen que esta medida cada vez tiene menos peso.

Moaña fue el escenario de varias protestas intensivas durante esta semana. De hecho, la principal sucursal del municipio apenas abre sus puertas desde el lunes, ya que la presión de los afectados ha crecido como la espuma. Cada día, decenas de personas muestran su malestar en la puerta y exigen con gritos y pancartas la devolución de un dinero que no llega. Ayer, las caras eran más tristes que de costumbre y los nervios se notaban en el ambiente. "Sabemos que algo malo va a pasar, llaman a muy pocos del arbitraje e intuimos que vamos a entrar dentro de un sistema de quitas y nunca recibiremos nuestros ahorros", resumía uno de los afectados.

Cristina Meira y su hija Cristina acuden todos los días a la sucursal para demandar una respuesta a sus plegarias. En su familia, todos están sufriendo el drama de las preferentes. "Me duele mucho quedarme sin mi dinero pero si tuviera que elegir preferiría que se lo diesen a mi hija", confiesa la mariscadora. Y es que, en su caso, ambas hijas confiaron "a ciegas" en este producto "que ahora es de riesgo" pero que, en su momento, vendían como una garantía de futuro. "Estamos pendientes desde hace meses, no entendemos qué criterios siguen ni cómo deciden quién es ahorrador o inversor, todo lo que nos dicen son mentiras y no es justo que unos cobren y otros no", matiza su hija Cristina.

A su lado, Humberto Gestido reclama más atención a NGB. Él fue uno de los portavoces de la plataforma que viajó a Bruselas en busca de respuestas y, aunque se llevó "una buena impresión", ahora tiene miedo de lo que pueda pasar. "Seguiremos en nuestra lucha y pediremos un trato igual a todos, que me demuestren a mi que yo soy un inversor", explica. Rechaza cualquier tipo de quitas y, sobre todo, "que me den otro producto como acciones y me condenen a ser cliente obligado".

Desde Cangas, Fernando Guimeráns, José Antonio Fernández, Alfonso Bamio, Antonio Rodríguez, Agustín Pousada y Aquilino Rivera tienen claro que ellos no pidieron "ser los dueños del banco, como nos dicen que vamos a ser cuando preguntamos en nuestras sucursales y nos comunican que pasaremos as ser accionistas. Fuimos todos engañados y el perfil se cebó en personas jubiladas, con pensiones". "Fuimos los pardillos", añade Bamio que recuerda que en su restaurante (ahora ya está jubilado) "le vendí buena comida a la gente de Novagalicia, pero ellos me dieron productos tóxicos". En su caso no recuperó ningún dinero y su grado de malestar es grande: "Nos queda el juzgado o la guerra. Si vamos por la vía judicial nos garantizan que en año y medio tendremos el dinero en mano".

Todos ellos son habituales en las concentraciones que la Plataforma de O Morrazo organiza todas las semanas ante las sucursales de Novagalicia en Cangas y en Moaña y en las manifestaciones que se convocan por Galicia. "Los números del banco son muy claros para ellos, se hacen descuentos a nuestro dinero con las quitas, pero ellos van a seguir con sus sueldos y a los empleados no les quitan nada. Los números del tabernero son otros: que recorten los sueldos y que no ganen más de 1.000 o 1.500 euros, que los delegados sindicales vuelvan a trabajar, no a las horas extras para pagar a los empleados que quedan fuera y suspender los pagos a los prejubilados, sin descapotables ni yates".

Agustín Pousada manifiesta que están "indignados, cabreados porque nos llevan las cuatro calderillas que ahorramos". Este jubilado del mar, de 57 años, que permaneció 22 años en Terranova, entre otros caladeros, recuperó en agosto el dinero de las preferentes pero sigue pendiente de las subordinadas: "Estoy desesperado". En el caso de José Antonio Fernández, de 71 años y pintor jubilado, califica la situación de catastrófica. Dice que padece de los nervios y que por las noches se levanta y hasta llega a tirar por la ventana restos de marquetería con la que trabaja. De todas formas, puede decir que tiene la esperanza de que estos días ha recibido la llamada de Consumo para acudir al arbitraje el día 30. Mientras lo cuenta, el resto de compañeros le advierten que en esa misma reunión insista al laudo también en el dinero de las subordinadas: "Estoy más fastidiado por las subordinadas que por las preferentes". Alfonso Bamio, con una cartilla laboral desde los 15 años, dice que su dinero en las preferentes no vale nada porque "fue la emisión 5, la más barata".

Aunque reconocen que les queda la vía judicial, se preguntan por qué tienen que verse así cuando se trata de su dinero.