Varias de las playas de Bueu aparecieron ayer cubiertas por una inmensa capa de textura gelatinosa. En realidad se trataba de millones de ejemplares de una población de una especie marina que, según fuentes consultadas por FARO, podría pertencer a la familia de los sálpidos o salpas. Se trata de un animal muy parecido a las medusas, con un cuerpo oblongo, semitransparente y con un filamento azul en el interior. Su presencia llamó poderosamente la atención de vecinos y visitantes que aprovecharon el día festivo para pasear por los arenales y de los marineros. El propio patrón mayor de la Cofradía de Bueu, José Manuel Rosas, se desplazó para comprobar personalmente este fenómeno y solicitó a la bióloga del pósito que tomase muestras para determinar a qué tipo de especie pertenecen las poblaciones que arribaron ayer al litoral buenense. Esas muestras serán remitidas al Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño (Intecmar).

La playa que presentaba el aspecto más llamativo era la de Mourisca, aunque las salpas llegaron también hasta la Praia de Beluso e incluso Pescadoira. Rosas no descarta que durante este fin de semana aparezcan nuevos afloramientos porque los vientos de componente norte los empujan hacia tierra. Este diminuto animal se desplaza por contracción, bombeando agua a través de su cuerpo de textura gelatinosa. Según los expertos consultados, si finalmente se confirma que las poblaciones que aparecieron ayer son de salpa, se trata de una especie que en esta época es habitual entre el litoral y los 200 metros de profundidad y hasta 20 millas de la costa. Las mayores concentraciones se localizan en el océano Antártico.

Las salpas forman parte del zooplacton, esto es, el placton animal del que se alimentan otras especies marinas y son organismos de movilidad reducida, que es fácil que las corrientes arrastren a tierra. Hace algunos años se habló mucho de esta especie porque los científicos descubrieron que absorbe el dióxido de carbono (CO2) y evita por tanto que llegue a la atmósfera. Desde algunos sectores se vio que podía constituir un remedio eficaz para combatir el cambio climático, aunque la comunidad científica también advirtió que su proliferación inducida alteraría el equilibrio natural de los océanos y causaría graves efectos.