Juan Calvo / O MORRAZO

El turismo tiene esa capacidad de cambiar la vida de los pequeños pueblos marineros que en invierno son oasis de tranquilidad y que en verano se convierten en un bullir de gentes de distintas nacionalidades. La vida cotidiana se altera en temporada alta en localidades como Aldán, O Hío, Beluso o Cela. El paisaje se ve salpicado de personas rubias con acento extranjero que parece que les hubiera picado un insecto gigante, tiñendo su piel de un rojo que duele verlo. Hace años que entraron en las vidas de las gentes de estos pueblos, muchos encontraron aquí su segunda residencia, otros un lugar al que volver. La economía de estos pueblos dio un giro de 180 grados. Abandonaron el mar y se convirtieron en constructores o promotores ocasionales; abandonaron el campo y se constituyeron en comerciantes.

Ya estamos en temporada alta de verano y O Morrazo despierta del letargo del invierno y cada uno, a su manera, empieza a hacer su agosto. Nadie niega que se vive del turismo, que es una fuente de ingresos muy importante en la economía de las familias morracenses.

Aldán, en Cangas, es uno de esos lugares privilegiados de la naturaleza que, de sopetón, duplica su población. En la panadería que Rogelio e Hijos tiene cerca del puerto un día como el de ayer se vende 800 barras; en invierno, 200. De vender seis empanadas diarias se pasa a 25 y de cuatro empleadas, a siete. En los días de la fiesta del Carmen se llegan a vender más de 200 empanadas diarias. El jodechincho es fiel a su nombre. Le gusta el pescadito pequeño y, ahora, con la crisis, el marisco lo deja un poco aparcado. Las camareras de Aldán aprendieron a servir con naturalidad pan de centeno (sobre todo a los madrileños) y tostadas de aceite de oliva, pero aún les sigue sorprendiendo ver como se llevan media empanada troceada dentro de un tuppper. "Ahora hay muchos holandeses, pero siguen siendo mayoría los ingleses y franceses", comenta Beatriz Salgado, que atiende la cafetería-panadería de Aldán.

Dicen que la crisis se nota, pero que también se come menos.