La Fiesta Intercultural de Cangas está reñida con el tiempo. Fue suspendida hace quince días por una mala predicción meteorológica, en la que se aseguraban lluvias para el domingo y, sin embargo, lució el sol toda la tarde. La organización esperaba que el hombre del tiempo volviera a reincidir en su equivocación y apostaron fuerte para que se celebrara ayer, y otra vez hubo mala suerte y llovió. Pero eso no impidió que sonaran los tambores y las músicas de otros países en la Alameda Vieja. La lluvia no amilanó a los bailarines y se pudo comprobar que el tango es complejo bailarlo en tierra batida y llena de agujeros. Hubo espectáculo, a pesar de todo y, lo que es importante, hubo intercambio cultural, que es de lo que se trataba. Por cierto, que la organización barajó la posibilidad de trasladar el espectáculo al Auditorio, pero no daba tiempo a avisar al público.

Los asistentes pudieron disfrutar de las típicas gastronomías de otros países, sobre todo latinoamericanos y también hubo tiendas de comercio justo. Se salvaron los muebles como se pudo y habrá que esperar a que otro año esta fiesta que debía ser multicolor no la empañe el cielo plomizo.