Algo más de 400 personas se dieron cita ayer en la segunda movilización que protagonizan socios y simpatizantes del Club Deportivo Moaña para intentar convencer al alcalde de la localidad, Xosé Manuel Millán, que Costas no derribe el actual campo de A Xunqueira, mientras no esté hecho el nuevo. A las puertas del Concello de Moaña, miembros de la directiva comunicaron que entregarían las firmas que ahora mismo se están recogiendo para solicitar en una moción al pleno que la corporación municipal acuerde no derribar el estadio de A Xunqueira, mientras no esté construido el nuevo campo en O Casal.

La manifestación transcurrió pacíficamente desde el estadio de fútbol hasta la casa consistorial, por la acera, sin interrumpir el tráfico, ni siquiera cuando el gentío cruzaba el paso de peatones que conduce al consistorio. Encabezaba la manifestación una pancarta de gran tamaño en la que se podía leer "El campo viejo no se tira. Por un campo nuevo". Antes, dentro del estadio, se ensayaba la canción: "No nos moverán de A Xunqueira, no nos moverán. Se a Millán non lle gusta o fútbol, non nos moverán." Fue improvisada y rápidamente aprendida por los jóvenes.

Un poco por delante de la pancarta, a modo de avanzadilla, un grupo de niños vestidos con traje de deporte coreaban frases contra el alcalde, animados por la voz metálica de un megáfono que no resistió el envite, ya que al final de la movilización se quedó sin pilas y era imposible escuchar la voz del presidente del Club Deportivo Moaña, Cándido Blanco, que animaba a la gente a volver a tomar la calle el próximo miércoles. La palabra alcalde hacía sonar al unísono decenas de silbatos que portaban en su mayoría los más jóvenes y a los que hacía coro algún que otro claxon. El concejal y portavoz del Partido Popular, José Fervenza, inició la marcha de protesta en la cola. Se corearon frases contra el alcalde y no se registraron signos políticos, tal vez ahuyentados por el afán de Cándido Blanco de impedir que esta protesta tenga rentabilidad política.

La movilización finalizó con una gran pitada frente al consistorio de Moaña. Estaba dedicada al alcalde.

Los más jóvenes fueron los que más se esforzaban en dejarse escuchar, al tiempo que descubrían que el jardín que preside el consistorio cuenta con buen césped para jugar al fútbol. La Policía Local no quitaba ojo por si algún balonazo destrozaba algún mobiliario urbano.