El conflicto del catastro vivió ayer en Moaña un endurecimiento de las movilizaciones y un intento frustrado de lograr un acuerdo entre plataforma y alcalde que pusiese fin a las protestas, que proseguirán esta misma tarde si antes no hay acercamiento. Las cinco personas encerradas en el consistorio desde el lunes permanecen allí, aunque han abandonado la huelga de hambre. Y allí seguirán, según anunciaron dos de sus portavoces en la concentración de la tarde, mientras el alcalde de Moaña no firme un documento de diez puntos en el que se resumen las demandas que la plataforma quiere debatir sobre la revisión catastral. "Si vemos pocos vecinos nos iremos a casa, pero mientras estéis aquí continuaremos encerrados hasta que el alcalde se siente a hablar", advirtió Antonio Pastoriza a los alrededor de 150 concentrados delante del consistorio.

Era el punto y final de una jornada delirante que se había iniciado por segundo día consecutivo a primera hora de la mañana, cuando unas 35 personas volvían a impedir el paso a los trabajadores concentrándose a las puertas del concello y protagonizando una sentada. También como el día anterior, unos ocho agentes de la Guardia Civil -recibidos con aplausos- se personaban en el edificio y tras varios intentos de levantar a los manifestantes, finalmente optaron por formar un pasillo por el que accedieron los funcionarios, que fueron insultados y abucheados.

Con los trabajadores ya dentro del concello moañés, el grupo se fue disolviendo y accediendo también a las dependencias municipales para acompañar a los cinco vecinos que cumplían su quinto y último día en huelga de hambre. Una vez en la primera planta protagonizaron una ruidosa protesta, aporreando el balconcillo interior con zapatos y todo tipo de instrumentos, y profiriendo insultos contra el alcalde. Xosé Manuel Millán abandonaba su despacho poco después, momento en que era nuevamente abucheado e insultado y perseguido escaleras abajo por los manifestantes, que le acompañarían hasta el coche que le esperaba en la calle. La Policía Local tuvo que apartar al grupo de exaltados para permitir al alcalde acceder al vehículo, que fue golpeado.

La normalidad volvió entonces al consistorio de Moaña, donde por la tarde se vivió un intento de mediación para buscar un acuerdo entre plataforma anticatastro y gobierno local que no llegó a buen puerto, y en el que también participó el portavoz del PP, José Fervenza. Ni el edil moañés ni el regidor local quisieron desvelar la identidad de los mediadores. Fue el representante vecinal, Antonio Pastoriza, quien volcó esa responsabilidad sobre "Guardia Civil y Policía Local". "Quisieron desbloquear una situación que está totalmente bloqueada", afirmó al salir a la calle por primera vez en cinco días junto a su compañera de encierro Mª Carmen Juncal. Ambos fueron recibidos como héroes, con aplausos, abrazos, besos y lloros.

Pastoriza acusó al "cabezón del alcalde" de impedir el acuerdo porque, aseguró, se negó a firmar el escrito de propuestas de la plataforma, documento que, sólo rubricado por Millán, permitiría poner fin a las protestas y sentar a ambas partes a dialogar. "Le presentamos los temas a tratar pero el alcalde dice que el lunes a las doce se reúne con los portavoces y con nosotros si marchamos para casa y aquí no hay nadie por la mañana", puntualizó. El encierro seguirá pues si la afluencia a las protestas no decae y mientras el alcalde "no se siente a hablar".

Poco después, en cambio, el regidor municipal negó que alguien hubiese hablado con él ayer tarde y aseguro que, por lo tanto, no conocía ese documento de diez puntos con las demandas de la plataforma para la mejora del catastro que supuestamente debería firmar. Sí reiteró que no se sentará a dialogar mientras persistan el encierro y las protestas, al tiempo que calificó de "extremadamente graves y del todo inadmisibles" los acontecimientos que se vivieron en el concello por la mañana y que, dijo, "deberían ser censurados por todos los grupos políticos".

Sin embargo, un día más, el líder del PP se limitó a respaldar a los manifestantes con su presencia en la supuesta mesa negociadora y posteriormente en la concentración. José Fervenza reconoció que el alcalde no estaba en ese encuentro y que tampoco tenía conocimiento del famoso manifiesto de diez puntos, pues al término de la concentración se le entregaba a la Policía Local "para que se lo hagan llegar". "Debería firmarlo para que esta gente se pueda ir a dormir a casa, porque lo están pasando muy mal", dijo.