Cristina G. / MOAÑA / BUEU

Las protestas de vecinos contra el nuevo catastro de Moaña, lideradas por el PP y la plataforma de afectados, van a más. Después de tres días consecutivos de intentos fracasados para encerrarse por la tarde en el concello, que siempre estuvo con las puertas cerradas para ellos, 13 vecinos decidieron hacerlo ayer por la mañana en el consistorio y 9 de ellos se encadenaron en la primera planta. Lo hicieron en el vestíbulo principal y en la entrada al despacho del alcaldía para reclamar al alcalde, el nacionalista Xosé Manuel Millán, que el pleno extraordinario solicitado por el PP para pedir la anulación del catastro, se haga en un pabellón donde quepan todos los afectados. El regidor accedió por la mañana a celebrar el pleno en el pabellón pero ante la negativa a convocar ayer mismo la junta de portavoces, los vecinos decidieron continuar el encierro.

A última hora de ayer, los afectados seguían en el interior del concello, con las puertas cerradas y con la intención de pasar toda la noche, mientras en la plaza exterior se repetía la habitual concentración de las ocho de la tarde, con pitidos y abucheos contra el alcalde: "¡Abre a porta, da á cara!".

La concentración de ayer reunió a más vecinos que las anteriores -250, según las fuerzas del orden, y entre 400 y 450, según la portavoz de la plataforma de afectados, Eugenia Miguel Juncal-, y también contó con la presencia, aunque discreta, de media docena de agentes de la Guardia Civil procedentes de Moaña, Cangas y Marín. Los efectivos fueron reclamados a la Subdelegación del Gobierno.

Tan sólo se produjo un incidente cuando, tras la concentración, los manifestantes acudieron como de costumbre a obstaculizar el tráfico cruzando por los pasos de peatones de la PO-551 y el vial de As Barxas. Algún conductor intentó no respetar a los vecinos y los manifestantes levantaron con sus propias manos su coche para retirarlo del paso de peatones. Este incidente provocó la intervención de los agentes y que pusieran punto y final a la protesta.

El encierro de los 13 vecinos comenzó cuando a la una de la tarde la plataforma se enteró que en el Concello se iba a celebrar la junta de gobierno del patronato Beiramar, que estaba prevista para las ocho de la tarde, presidida por el concejal socialista y edil de Hacienda, Arturo González. Entre los encerrados está el presidente de la asociación de vecinos As Pagonas, Antonio Pastoriza; y el directivo Carlos Fernández, que lo hicieron encadenados juntos en la entrada a la alcaldía. En el vestíbulo central estaban los restantes, entre ellos Pepe Pastoriza "Gobernador", el presidente de los vecinos de Broullón, Manuel Curra y representantes de la plataforma como Vicente Verdeal y Nieves Fernández.

La intención de los vecinos era impedir la reunión del patronato, como así fue. El alcalde Xosé Manuel Millán (BNG) no estaba en ese momento en el concello y llegó de Vigo en compañía de su secretario Eugenio Piñeiro, a las 14.30 horas. Millán intentó disuadir a los manifestantes para que se tranquilizaran y abandonaran la protesta. Ellos le pedían que el pleno se celebrara en el pabellón y el alcalde les reprochó que habían tenido la oportunidad de expresarse en la última sesión en Quintela y no le permitieron hablar. "¿Qué confianza puedo tener en ustedes", les dijo Millán.

Pasadas las cuatro de la tarde el alcalde abandonó el concello. Antes, y con el secretario municipal presente, llamó a los portavoces para convocar la junta, que quedó prevista para hoy a las 9 de la mañana. Millán les confirmó a los vecinos que el pleno se iba a celebrar en un pabellón, pero los manifestantes no estuvieron de acuerdo en que no se celebrara ayer mismo la junta de portavoces.