A mediodía de ayer la taquilla de la estación marítima de Moaña estaba cerrada mientras el barco abandonaba el pantalán en su ruta hacia Vigo. Dentro viajaba también el taquillero, que había llegado en el mismo buque para despachar poco más de media docena de billetes de un trayecto cada vez menos concurrido. "No es de extrañar, con medidas como esta no se contribuye a fomentar el transporte marítimo", manifestaba Sandra, una joven que se queja del continuo deterioro del servicio, la subida de tarifas y la supresión de algunos de los viajes que más demanda tenían.

La situación para los usuarios moañeses ha llegado a un "punto límite", según coinciden en señalar varios de ellos. Un vecino de O Real aludió a que un cuñado suyo ya se decantó ayer por el coche particular al conocer de antemano que no habría barco a las siete y media. "Empeza a traballar ás oito na zona portuaria, e agora tería que madrugar media hora máis pola mañá", indicó. Así que optó por la vía terrestre y por compartir coche con otros compañeros.

José Ángel, un opositor a funcionario de la Xunta, entiende esas decisiones, aunque él aún tomó ayer el barco porque "me queda más cerca de la academia a la que voy". A pesar de estos argumentos, no le augura mucho futuro: "No hay más que ver la poca gente que va, y estas medidas parecen el último paso al abismo", advierte. Considera "anómalo" que haya que "gastarse tanto para cruzar la ría".

Parecidos argumentos esgrimió un funcionario cangués , que se ampara en el "cabreo por la subida de tarifas" para no tomar ayer el barco, y se quejó de que los incrementos no vayan acompañados de mejoras en el servicio. Fue una decisión simbólica, pues piensa seguir usando el servicio, pero en la que se justifican otros viajeros que buscan alternativas. Para cambiar la dinámica, insta a la Administración a adoptar medidas, y augura que se subvencionarán los viajes "en vísperas electorales".

Araceli Sánchez lleva poco tiempo residiendo en Cangas, pero prefiere el barco antes que otros medios. Ayer lo hacía para una visita al hospital, junto a dos amigas, y se mostró "fastidiada" por la subida. En Vigo tendría que tomar un taxi para llegar a su destino: "Imagínate, tenemos que pagar tres viajes de ida y vuelta, además del taxi. No nos llegan 15 euros, que no es poco para gente humilde", afirmaba.