En A Estrada, el mes de septiembre es, por tradición, el mes del mueble. El noveno mes del año no solo representa en el municipio el momento de volver a la rutina y de regresar a las aulas, sino también el instante en que, año a tras año, el sector del mueble montaba su gran escaparate para resumir las últimas tendencias de esta industria.

Algunos se recordarán siendo todavía unos niños y jugando entre salones, dormitorios o cocinas, sin entender de materiales o de líneas pero deseosos de abrir cajones y recoger las tarjetas de visita que los más pequeños de otra época atesoraban como si de cromos se tratase. Cierto es que la imagen de ayer dista mucho de la que ha venido ofreciendo la Feira do Moble de Galicia en los últimos años. Desde múltiples sectores y con muchas voces se ha pedido a gritos un punto de inflexión desde el que poder volver a crecer. Costó reconocer esta necesidad pero, cuando se asumió, el 2020 parecía el año del cambio. Y entonces llegó la crisis sanitaria y también sumió en su nebulosa todas las expectativas.

Hace más de tres décadas que A Estrada comenzó a mecerse como la cuna gallega de la madera y el mueble. Su capital. El talento y el saber hacer continúan bien enraizados, aunque se necesite savia nueva. En los últimos meses todo parecía indicar que la Fundación de Exposicións e Congresos se pondría al servicio de este objetivo, como un día se abrió al sector del mueble para exponer sus creaciones y facilitar el contacto con el público.

Los tiempos han cambiado. Y la expresión cobra este año todavía mucho más sentido, si cabe. Sin Feira do Moble por vez primera en más de tres décadas, y sin una decisión de futuro, A Estrada vive un mes de septiembre sin amueblar.