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Maia García Martínez: "La labor de las familias ha minimizado las consecuencias negativas del encierro"

"Los niños tienen una gran capacidad de adaptación y son muy sensibles a su entorno"

La psicóloga Maia García, ayer, en las instalaciones de la UDIAF del Polígono Lalín 2000. // Bernabé

El final del estado de alarma ha hecho que poco a poco la sociedad recupere el pulso a todos los niveles. Es el caso de la Unidade de Desenvolvemento Infantil e Apoio Familiar (UDIAF) de Lalín, donde desde el pasado 16 de junio se ha retomado la actividad asistencial con usuarios de forma presencia. Maia García Martínez es psicóloga y, también, su coordinadora.

-¿Cómo está siendo la desescalada en la UDIAF de Lalín?

-Nosotros ya nos incorporamos antes del día 16 para acondicionar todos los espacios y, también, esperando a tener todo el material necesario para poder comenzar la actividad presencial. En la pandemia mantuvimos desde el primer momento contacto con todas las familias. Nosotros recogemos mucha estadística y vimos que llegamos a casi el 95 por ciento de atención a todas la familias. Ahí los apoyos variaron en función de las necesidades de cada caso y nos fuimos adaptando con un denominador común que fue el que al principio a todas las familias lo que tratamos de hacerles fue proporcionarles unas orientaciones que fueran encaminadas a favorecer la adaptación de los niños a las nuevas circunstancias. Ayudarles a atender y a entender sus emociones. Las familias acogieron muy bien el que pudiéramos continuar con ellos la atención, aunque fuera a través de esta forma. En un segundo momento, los apoyos fueron encaminados a poder mantener los avances y los objetivos de los últimos meses tratando de evitar posibles retrocesos.

-¿La tipología de los problemas de los niños ha variado mucho durante la reciente pandemia?

-El cómo ha vivido cada niño esta situación tan anómala ha tenido mucho que ver con su situación precedente. Niños con un problemática emocional lejos de agravarse en muchos casos mejoró porque se encontraron en un entorno seguro como es el de casa. Se encontraron con más tiempo y más apoyo de sus padres y se favoreció el vínculo afectivo entre ambos y aumentaron en muchos casos la autonomía al disponer de más tiempo y a ganar en seguridad. Ahora bien, en el extremo opuesto se encontrarían el caso de los niños más gravemente afectados que al contar con menos recursos sí que vivieron esta circunstancia con mayores niveles de ansiedad.

-Hay quien sostiene que los niños son los que mejor se han adaptado a toda esta situación. ¿Comparte esa opinión o no?

-Los niños, en general, tienen una gran capacidad de adaptación. Nuestra experiencia ha sido que se han minimizado mucho las consecuencias negativas del encierro gracias a la excelente labor que han hecho las familias. Han sacado lo mejor que tenían y lo bueno de lo malo de la situación porque han creado entornos seguros para sus hijos, les han proporcionado actividades y han estado disponibles y dándole seguridad, además de reforzar el vínculo. Creo que ha sido un éxito conjunto. Los niños perciben mucho lo que ocurre en su entorno porque son muy sensibles.

-¿La vuelta a la nueva normalidad podría ser más traumática que en su momento el confinamiento?

-Para evitarlo justamente lo que tenemos que hacer es las cosas bien, despacio y con mucho cuidado. Lo hicimos durante el confinamiento para minimizar las consecuencias negativas y ahora al retomar la actividad presencial y esta nueva normalidad tenemos que seguir haciéndolo todo con mucho cuidado. Nosotros aquí, por ejemplo, empezamos a trabajar las primeras semanas con los niños que tenían un buen nivel de comprensión, y al menos algo de expresión verbal, porque entendíamos que eran los que mejor se podían adaptar a los nuevos protocolos y así fue porque se adaptaron muy bien.

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