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Pulpo "á feira" con garantías en la era postcoronavirus

El miedo al Covid-19 se espanta con gel, pantallas, distancia interpersonal y lavavajillas

Unos vecinos, degustando pulpo. // Bernabé / Miguel

El pulpo "á feira" es un manjar y, sin duda, uno de los mejores embajadores de la gastronomía gallega. Es también seña de identidad de fiestas y ferias, como la de A Estrada. Son muchos los aficionados a degustarlo con familia y amigos. Así ocurría cada miércoles en la villa hasta la crisis sanitaria del coronavirus y el consiguiente hachazo a la actividad económica. Pasado el confinamiento, durante la desescalada, A Estrada recobró las raciones de pulpo para llevar de la mano de la Pulpería Porta.

Su propietario, Amador Porta, apostó fuerte por la visibilización de su labor y la reactivación económica. "Aunque solo ganemos para los gastos", apuntaba en mayo, "es importante que vayamos abriendo y recuperando el contacto con los clientes". Este profesional estradense, que en 2010 se colgó la plata de los pulperos de Galicia y en 2010 mereció el segundo premio del Concurso de Polbeiros e Polbeiras de San Froilán, en Lugo, comenzaba a trabajar entonces de nuevo con la única ayuda de su hijo. Solo él quiso apostar por la venta de raciones para llevar. Reivindicaba su futuro y el de quienes con él trabajan como mejor sabe: sirviendo raciones de pulpo "á feira".

La pasada semana, la feria de A Estrada recuperaba sus tres pulperías -Porta, Rey y Guerra- con iguales medidas de higiene y seguridad que las que se le exigen a la hostelería, según hacía notar el edil de Feiras e Mercados, Gonzalo Louzao. Ya el miércoles 10 acudieron a la cita muchos aficionados a degustar el pulpo en la feria. Y ayer volvieron a hacerlo otros muchos. Volver, en la medida de lo posible, a la normalidad, "es una alegría para nosotros y para ellos", subrayaba ayer Porta.

Pero el miedo al Covid-19 está latente. Y las pulperías tratan de espantarlo con todas las armas que tienen a su alcance. La prevención arranca desde el montaje. Si antes las mesas corridas eran lo típico hoy lo es marcar bien las distancias interpersonales para neutralizar el miedo al coronavirus que aun "se respira". Así, por ejemplo, Porta explica que sus carpas copan ahora el máximo de espacio que tenía asignado y que antes solo cubría los días de verano con ferias más fuertes. Las mesas pequeñas con capacidad para entre 2 y 6 personas son lo habitual. Cada grupo come separado de los que lo rodean. Aunque Porta lo ha hecho de "motu propio", pero admite que también lo piden los clientes, como un grupo de empresarios de A Estrada, Lalín y Santiago que se reúnen para comer pulpo cada miércoles y charlar de sus cosas. Ahora reclaman "un metro" de espacio entre cada uno de ellos.

Gel hidroalcohólico en la entrada para desinfectarse las manos, cartelería indicativa de cómo se debe proceder, distancia interpersonal y mucha higiene -Porta ha incorporado un lavavajillas industrial y las mesas se desinfectan tras cada servicio- son las mejores bazas para desactivar el miedo al coronavirus y la mejor garantía para recuperar el cliente aun reacio y garantizar el futuro de las pulperías.

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