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Marisela Cornado y Miguel Caramés - Matrimonio dezano residente en Ámsterdam

"En Holanda llegaron a las manos para no tener que esperar en las colas del súper"

"Aquí hicieron lo que llaman un lockdown inteligente, aunque nosotros a veces no lo veíamos tan inteligente"

Marisela Cornado y Miguel Caramés con sus dos hijos, esta semana, en su domicilio de Ámsterdam.

Se conocieron en las movilizaciones organizadas por el colectivo Nunca Máis en Carnota y, después de una década sin poder verse, retomaron su relación para finalmente casarse en octubre de 2011. Marisela Cornado García, caraqueña con raíces cruceñas, y Miguel Caramés, natural de Merza, residen desde marzo de 2012 en Ámsterdam, donde vinieron al mundo sus hijos gemelos de casi cuatro años llamados Joachim y Ariel. El que fuera portavoz del BNG en Vila de Cruces trabaja como transportista, mientras que su mujer, que lleva viviendo en los Países Bajos desde 1996, regenta una tienda de perfumería y cosmética en una localidad situada a unos 50 kilómetros de la conocida como Venecia del Norte.

-¿Cómo se ha vivido en Ámsterdam la crisis sanitaria del Covid-19?

-Miguel Caramés: Desde luego, la situación no fue tan preocupante aquí como allí. Aquí hicieron lo que llaman un lockdown inteligente, aunque nosotros a veces no lo veíamos tan inteligente. En casa hubo una doble vertiente porque Marisela se aisló voluntariamente con los niños durante unas siete semanas, y yo debido a mi trabajo estaba dentro de las profesiones de primera línea porque era necesario y pude viajar a donde quisiera e incluso tuve mejor atención en las guarderías para poder llevar a los niños.

-Marisela Cornado: Yo no he sido testada todavía, pero creo que llegué a tener el virus. Durante diez días me tuve que medir la temperatura durante tres veces cada día. Me sentí fatal, con mucha fiebre y me quedé sin olfato ni gusto. Como no había suficientes test en Holanda, sólo te podían hacer la prueba cuando ibas al hospital, que era cuando ya no podías ni respirar. En mi caso la tos no fue tan exagerada porque a mí me dio más bien por dolores de barriga y de cabeza. Mucha gente como yo lo tuvimos que pasar en casa. Los niños estuvieron un par de semanas sin poder abrazarme y sin verme. Esta pandemia te cambia las prioridades y te hace que te centres en tus hijos, en tu familia y, por supuesto, en tu salud.

-¿Se llegó a pasar miedo entre la población de la ciudad?

-Miguel: En mi caso, que fui el único de casa que pude salir, te puedo decir que no pasé miedo ninguno. Como empiezo muy temprano a trabajar, durante las primeras semanas las ciudades por las que pasaba eran como ciudades fantasma. Ahora ya no. De todas formas, a día de hoy, el centro de Ámsterdam todavía está totalmente vacío porque no hay turistas. Lo que es la zona vieja, la del Barrio Rojo y el centro están casi sin gente y no se ve ni una sola bicicleta. Los trabajadores están metidos en sus casas porque Ámsterdam es la sede de muchas empresas multinacionales y está todo muy vacío. Hay que entender que aquí a veces se llevaban golpes de realidad porque en las primeras semanas yo entraba en los hospitales sin ningún problema, pero a los diez días ya estaba prohibido, e igual en las residencias de ancianos. Dejaba la mercancía en la puerta y la cogían ellos.

-Marisela: También hay que decir que la gente holandesa, que la mayoría tiene trabajo desde casa, no suele usar el tranvía pero sí usan la bicicleta para desplazarse por la ciudad, más que lo normal. Nuestra tienda la tenemos a 15 minutos de tren desde Ámsterdam, y desde que la reabrí soy una de las pocas personas que lleva la mascarilla en el tren cada día. Lo hice porque es que la gente no tiene el riesgo de no hacerlo. Aquí la gente, por no esperar en las colas del súper, llegaron a las manos y tuvo que mediar la policía. Incluso apedrearon buses porque los conductores se negaron a superar el límite del pasaje máximo permitido. Yo he visto lo peor y lo mejor de todos los países en los que he vivido y, aunque en España tenemos mucho que aprender, aquí no se ve la solidaridad española, por ejemplo.

-¿Cómo se explica la poca empatía de las autoridades holandesas con los vecinos del sur?

-Miguel: Yo no sé si se supo en España, pero el presidente holandés fue a realizar una visita a una zona del país y un ciudadano de a pie delante de todo el mundo le dijo que no diera dinero a italianos, españoles y portugueses, como si el dinero fuese de los holandeses y, por supuesto, no es eso. A la hora de pedir ayudas para los ganaderos y los pescadores, ahí sí que estaba de acuerdo en darlo.

-Marisela: Acabas de abrir la caja de Pandora con este tema porque en casa es un asunto que solemos debatir bastante. Miguel es el político, pero la que tiene la llamada para la política soy yo y si quieres podríamos estar hablando de ello durante mucho tiempo.

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