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Agentes medioambientales con un plus solidario y social

Manuel Sueiro y Manuel García Rego en A Estrada y Félix Rebón y José Antonio Coutiño en Deza llevan alimentos a vecinos del rural

El agente medioambiental Manuel Sueiro, entregándole la compra a una vecina de Ouzande.//Bernabé/Miguel

Son agentes facultativos medioambientales muy conocidos en las comarcas de Tabeirós-Terra de Montes y Deza por el servicio ambiental que llevan desarrollando desde hace años. Pero la crisis sanitaria de la pandemia del coronavirus ha puesto de relieve su cariz más solidario y comprometido socialmente. En pleno confinamiento, la Consellería de Medio Ambiente les planteó la posibilidad de ejercer de voluntarios para ayudar a los concellos a hacerles llegar alimentos y medicinas a personas que, por sus características, no podían acudir a realizar la compra por sus propios medios. Manuel Sueiro y Manuel García Rego en A Estrada y Félix Rebón y José Antonio Coutiño en Deza lo tuvieron claro y comenzaron a colaborar como voluntarios, añadiendo así un valor social adicional a su habitual trabajo ambiental.

Al papeleo, la realización de informes y a la labor de campo que no han parado de realizar, sumaron así el apoyo a personas que en un contexto de especial dificultad necesitaban ayuda. Se trata, fundamentalmente, de personas que viven solas o de familias que carecen de medio de transporte. Solo en A Estrada, entre Sueiro, Rego y otros siete voluntarios civiles suman ya más de 300 servicios de entrega de compra. Los otros siete voluntarios se han centrado más en la villa. Sueiro y Rego, más en el rural. En el casco apenas han realizado un 5% de los servicios. Así, por ejemplo, a Sueiro le tocó recientemente subir una compra hasta un tercero. El 95% restante de las entregas se corresponden a servicios efectuados en el rural, en A Estrada en parroquias tales como Barcala, Curantes, Matalobos, Olives, Ouzande, Paradela, Ribela, Riobó, Sabucedo o Souto (de Montillón).

La mayoría de los beneficiarios son personas incapacitadas para desplazarse o mayores, fundamentalmente octogenarios, que viven solas, así como familias que carecen de medios para desplazarse. Son "gente muy agradecida y educada", subraya Sueiro, cuya mayor recompensa es la satisfacción del deber cumplido y la sonrisa que le brindan. Muchos, dada su soledad, tienen ganas de hablar y también aprovechan para conversar unos minutos. "Para nosotros es una gran satisfacción poder ayudarles", subraya. "Seguiremos haciéndolo siempre que nos llamen" -de Servizos Sociais de los concellos o de la Alcaldía, en el caso de A Estrada- "mientras que dure el estado de alarma", explica. "Yo lo hago encantado y ellos se quedan superagradecidos", detalla.

Pero su compromiso social en época del coronavirus no se ha reducido a la entrega de alimentos, medicinas y otras compras. Los agentes facultativos medioambientales también han añadido en los últimos dos meses a su trabajo ambiental ordinario una labor policial de vigilancia del cumplimiento del confinamiento en el rural. "No llegamos a sancionar pero avisamos y enviamos a muchas personas a su casa. En el rural había mucha gente que salía a pasear igual que siempre. Nos decía que el médico les mandaba pasear y que, como estaban en la aldea, no pasaba nada. Les enviábamos a casa, colaborando así en la vigilancia y control de las personas que se saltaban el confinamiento", explica. Pusieron así su granito de arena al control de esta cruel pandemia.

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