El párroco de Lalín, Marcos Torres, explica que una normativa de la Xunta desaconseja aún los ritos fúnebres, para minimizar riesgos. De este modo, quedan decenas de funerales y cabo de años por celebrar, pero las familias por el momento no han fijado fecha con los sacerdotes. "Los familiares tienen miedo, así que van a esperar a que vuelva un poco la normalidad" para fijar la ceremonia. Ocurre lo mismo con bodas, bautizos y comuniones.

En el templo de As Dores ya están señalizados los bancos que pueden usarse para mantener la distancia. Es la única novedad en una rutina que comenzó ya tres semanas antes del estado de alarma. "La gente siempre vino a misa muy concienciada" al saber que ya no podía usar agua bendita para santiguarse, ni tampoco darse la paz.