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Juan Porral Hermida - Arquitecto lalinense en Nueva York

"Espero que salgamos de esta y la gente se dé cuenta de que es importante a quién votas"

"La naturaleza nos envía un mensaje con este virus de que la economía tiene que dirigirse a la biodiversidad"

Juan Porral Hermida posa junto a una de las piezas del Museo de las Ciencias de Queens.

Llegó a la Gran Manzana en junio de 2001 y vivió muy de cerca la caída del World Trade Center pocos meses después. Ahora, la pandemia del coronavirus lo tiene encerrado en su casa del barrio neoyorquino de Brooklyn junto a su esposa y su hija de cinco años y su hijo varón de diez desde donde, además de teletrabajar, se mantiene en contacto con su padre y su hermana que viven en la casa familiar de la parroquia lalinense de Goiás.

-¿Todos bien por Brooklyn?

-Sí, gracias a Dios. Mis hijos estudian desde casa a través del ordenador y yo, también, teletrabajando. Afortunadamente, mi trabajo se puede llevar a cabo por videoconferencia y eso es lo que hago.

-Nueva York es el nuevo epicentro de la epidemia. ¿Cómo lo está viendo desde su domicilio?

-Cada uno tiene su realidad particular, por supuesto. Hay mucha gente que tiene que salir de casa para trabajar en hospitales o en todas las tiendas que aquí siguen abiertas. Para todos es raro porque sales al supermercado y las calles están desiertas, con muy poco tráfico. En el súper haces cola para poder entrar respetando los dos metros de distancia de seguridad, y dentro nada es comparable a lo de antes. En ese sentido, ir a hacer la compra casi es mejor ahora porque no hay tanta gente dentro de los locales. De todas formas, lo que más se sienten son las sirenas. Se oyen todo el tiempo y sabes por lo que es porque no hay ningún otro ruido. También se ven pocos aviones en el cielo de Nueva York porque antes en cualquier momento mirabas para arriba y había aviones volando.

-¿Qué le pareció a los neoyorquinos lo que estaba sucediendo en Italia, España y el resto de Europa antes de que el virus cruzara el Atlántico para llegar hasta ahí?

-En mi caso particular, lo viví muy preocupado por lo que pasaba en España y en concreto a mi familia de Lalín. De todas formas, pienso que en el rural de Lalín hay más espacio para poder mantener fácilmente las distancias. Mi familia tiene una finca y pueden estar fuera. Entonces, me parecía que eso es muy distinto a estar, por ejemplo, en el centro de una ciudad como Madrid o Barcelona, donde hay más caos. El ser humano es increíble porque lo estás viendo, sabes que va a venir pero aún así cada uno tarda un tiempo en procesar eso y así sucedió aquí. Recuerdo que en el estudio donde trabajo empezamos a hablar de que qué había que hacer para cerrarlo y que la gente pudiera trabajar desde casa. Supongo que lo hicimos bastante bien, pero aún así tardamos. Fuimos unos de los primeros en cerrar aquí y en distribuir equipamiento al centenar de personas que trabajan en el estudio. Hubo que poner en marcha una cierta logística para que todo el mundo pueda tener una buena internet y que disponga en casa de todo lo que necesita para trabajar. Sin embargo, todo esto contrastaba desde un primer momento con un gobierno federal agilipollado y diciendo tonterías.

-¿Llegaron a pasar miedo como vecinos que son de Nueva York?

-No sé decirte si fue exactamente miedo. Ves que la mayoría de las muertes son gente mayor o con otros problemas que agravan la situación. Sí te puedo decir que sentimos miedo por los médicos y enfermeros que están en la primera línea combatiendo contra el coronavirus. Es gente que está cerca del virus y tiene familia también. El miedo pienso que es más cuando uno no sabe. En marzo, por ejemplo, no sabíamos lo contagioso que era y a cuantos podría afrontar. También lees que muere mucha gente, pero realmente cuando calculas la magnitud de todo y tienes más conciencia de lo que nos está pasando es cuando le toca a gente cercana como un amigo o un amigo de un amigo. Ahí es cuando empiezas a pensar que la cosa es seria. La mayoría de la gente que yo conozco aquí tienen a familiares con síntomas pero se recuperan. También oyes que alguien en el trabajo de fulanita se murió, pero si no sabes si están relacionados o no con todo esto. Al súper y a la farmacia es a donde yo salgo porque mi mujer y mis hijos se quedan en casa siempre. Con esto te quiero decir que tengo mi ropa específica para salir a la calle que la dejo fuera de la entrada de casa junto con los zapatos. Llevo mascarilla y tomo precauciones, pero siempre tienes miedo de que lo puedas pillar y traerlo para casa.

-¿Cómo califica la gestión de la crisis sanitaria norteamericana por parte de la administración Trump?

-(Risas) Le pondría un cero o incluso me iría a valores negativos. Donald Trump es un psicópata racista totalmente inepto que no cree en la ciencia. Sólo le interesa lo suyo y carece de empatía. Sin embargo, soy optimista y espero que de esta salgamos y la gente se dé cuenta de que votar y a quien votas es súper importante. Aquí, mucha gente votó a Trump para mandar un mensaje y romper con lo anterior. Había mucho descontento con la desigualdad existente y Trump mintió diciendo lo que la gente quería escuchar. Al final, es más de lo mismo pero peor porque no hizo nada de todo lo que prometió. No soy economista pero el planeta necesita ayuda. Los humanos necesitamos cambiar para que no acabemos autodestruyéndonos en lo que al tema del clima se refiere. Una manera de entender a este virus es que la naturaleza nos está enviando un mensaje de que somos parte de ella y que la economía y las inversiones tienen que dirigirse hacia la biodiversidad.

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