Tirar un guante o una mascarilla usados a la vía pública no solo es un comportamiento incívico, sino que supone un riesgo de contagio. Por eso, es altamente sorprendente que, a pesar del bombardeo informativo de las últimas semanas, estos productos sigan apareciendo en espacios públicos, a menudo en las inmediaciones de los supermercados u otros establecimientos en los que es obligatorio su uso. Muchos clientes los tiran en la acera nada más salir o en la primera papelera que se encuentran, lo cual también está contraindicado.
Los guantes de látex o nitrilo "no deben depositarse en el contenedor de envases (amarillo), sino en el de la fracción resto (gris/verde)", rezan las instrucciones publicadas por el Gobierno central en el Boletín Oficial del Estado (BOE) sobre la gestión de residuos a raíz de la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19. Sin embargo, aunque de forma muy minoritaria, hay quien hace caso omiso de la normativa y sigue aferrado a viejos e incívicos hábitos que ponen en peligro la salud de las personas. Empezando por los trabajadores de la limpieza viaria, que ya están expuestos en su día a día, pero también la de cualquiera que pueda tener un contacto accidental con esos desechos. Un contagio que puede producirse también a través de los perros, como ya han alertado algunos propietarios que han tenido que sacárselos de la boca.
Excrementos caninos
Claro que algunos dueños de mascotas tampoco dan ejemplo de civismo al no recoger sus excrementos durante los famosos paseos que les permitían abandonar el confinamiento por unos momentos. Vecinos de distintas localidades denuncian la proliferación de heces caninas en espacios públicos, un problema que se ha agudizado con las salidas diarias de los niños. "Vas con tu hija por la calle y tienes que ir esquivando las cacas de los perros", se queja un residente en el núcleo urbano de Silleda.