Los abuelos son uno de los pilares más importantes para los nietos. En estos tiempos difíciles para todos, los que más preocupan son ellos, porque pertenecen al mayor grupo de riesgo. Nietos de las dos comarcas nos cuentan como sus máximos referentes pasan sus días de confinamiento. Algunos aprovechan para recordar fotos con ellos de días pasados con las ganas de poder volver a la normalidad para poder besarlos y abrazarlos. Porque ellos son los héroes de carne y hueso que ahora en la mayoría de los casos, solo pueden ver a través de pantallas.

Iris González reside con sus abuelos Elpidio Diéguez, de 84 años, y Josefa Roqueiro, de 75, en A Portela, en el municipio de Rodeiro. Su abuela lo que más echa en falta estos días es no poder acudir a misa y mientras, aprovecha las jornadas para ver distintos programas de televisión. Su abuelo ya tiene ganas de volver al centro de día a Lalín, en el que empezó justo unos días antes de empezar el estado de alarma. "Porque como allí hay baile y todo y aquí en casa se aburre", cuenta su nieta.

El estradense Miguel Adrián Pazos, actual director de la Banda de Música Municipal de Agolada, cuenta como vive la pandemia su abuela. "Se llama Pilar Beiroa Villaverde y vive en un piso en Santiago. A pesar de tener 86 años ya no es solo que siga valiéndose por ella misma en su día a día, sino que sigue cuidando de sus nietos. Hasta la aparición del virus por las mañanas hacía las labores de casa y salía a hacer la compra y por las tardes, jugaba a las cartas con sus amigas antes de dar su paseo y volver para casa a hacer la cena". Y ahora su día a día cambió completamente y su nieto desde la distancia le envía todos los ánimos del mundo. "Desde aquí le envío un fuerte abrazo y estoy seguro de que esto solo será otra de esas pequeñas piedras que se encontró en el camino a lo largo de su vida. ¡Y tendrá que seguir cuidando de todos nosotros muchos más años!".

Asunción Bernárdez Regueira tiene 93 años y vive en Vilanova, en Borraxeiros (Agolada). "Lo lleva bastante bien dentro de su capacidad para entender todo esto. Intenta lavar las manos lo máximo posible y a la hora de toser o estornudar siempre con la mano por delante", cuenta su nieto Daniel Fernández. "Sale de casa lo menos posible aunque al vivir en una aldea las cosas son muy diferentes a una ciudad", recalca Fernández.

Anhelo de conversaciones

La lalinense María Iglesias también narra como lo viven sus abuelos, que residen en el lugar de Castro de Arriba, en Vilatuxe. Nila Rodríguez, de 91 años, y Manuel Iglesias, 94, no pasan por un buen momento de salud. "Sobre todo mi abuela que está encamada y hay que tener más cuidado con ella y mi abuelo ahora ni puede ir dar un paseo por la aldea ni ver a los vecinos y echar un cuento con ellos que le gustaba mucho", indica su nieta. "Al salir a las compras y además, yo cuido a una señora mayor, tenemos que tener el doble de cuidado". Ellos también echan de menos a su bisnieto ya que su nieta, la madre de este, tuvo que dejar de visitarlos. "Él pasa el tiempo viendo la televisión, sobre todo las telenovelas y también hace ejercicios que mandan allí y echamos unos cuentos y vemos cosas juntos para reírnos un poco", confiesa María. "La señora que cuido, que tiene 95 años, aunque no salía de casa recibía muchas visitas y las echan de menos, porque ya lleva 15 días sin saber nada de ellos". Apunta que esta está siempre con la televisión y al estar continuamente con las noticias sobre el coronavirus, siente miedo. "Está muy asustada".

Tanto para Nila como para Manuel y también para la señora que cuida María, es una alegría la visita del personal de Galaurea. "Con ellas hablan de otras cosas que no sea coronavirus". En casa intentan tener la máxima higiene para evitar todo tipo de riesgos. "Porque yo también soy una persona de riesgo porque tengo lupus, entonces también me cambia mucho la situación y tengo miedo por ellos y por mí".

La vecina de Dozón Tifany Silva cuenta que su abuela Otilia López Villar, de 76 años, se está adaptando a esta situación que es nueva para todos. Ella lleva todos estos días sin verla, pero está en contacto con ella a diario. La gran ventaja es que Otilia controla las nuevas tecnologías. Ella tiene Whatsapp o Facebook y de esta forma, mantiene sin problema el contacto con sus seres queridos, ya que vive con su pareja en Lalín. Su nieta le aconsejó quedarse en casa y ni siquiera salir a hacer la compra. Así que desde entonces la realiza a través de internet, porque es necesario tomar todas las medidas para evitar todo tipo de contagios.

Durante el confinamiento, Otilia aprovecha para ver la televisión, para hacer ganchillo y para adentrarse más en las nuevas tecnologías. "Va poco a poco con ellas, de hecho me da gracia que cuando alguien cambia la foto de perfil de Whatsapp cree que esa foto se la han enviado a ella", cuenta su nieta a modo de anécdota.

El matrimonio formado por Antonio Limia, que tiene 94 años, y Delmira Conde, 93, vive en la parroquia silledense de Fiestras. "Acaban de llegar hace unos días del hospital por neumonía y claro, lo que más echan de menos es no poder recibir visitas de sus hijos y nietos", cuenta su nieto Daniel Limia, quien indica que su abuela no para de rezar para que esto se solucione lo antes posible.

Ahora toca esperar por tiempos mejores, pero aunque sea desde la distancia el vínculo tan especial entre estos nietos y abuelos será más fuerte que cualquier virus. Volverán las comidas familiares, los besos y abrazos y esas largas horas contando mil y una historia.