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Primavera insólita en el Pontiñas

El paseo fluvial lalinense, que a diario recorren cientos de personas, permanece cerrado

Aspecto que presentaba en la tarde de ayer el espacio fluvial lalinense. // Bernabé/Javier Lalín

El Paseo do Pontiñas de Lalín es una de las infraestructuras públicas que destacan tanto por su belleza como por la utilización que le dan a diario cientos de personas.

El próximo año se cumplirán dos décadas desde que esta obra fue inaugurada, si bien antes ya se había abierto el primer tramo; el comprendido entre el lago del auditorio municipal y el puente de la ahora Avenida Xosé Cuíña. En total son 9 kilómetros de senda peatonal. Precisamente fue el exconselleiro el principal impulsor de un proyecto que, como todas obras, no estuvo exento de polémica. Con la construcción del primer tramo algunos vecinos cuestionaron que se escondiese bajo el hormigón el riachuelo en la zona comprendida entre la calle Areal y hasta la parte trasera del Barrio de Abaixo, desde donde el curso fluvial sigue aguas abajo hasta el lago de O Espiño.

Este paseo es utilizado a diario por numerosas de personas para pasear, hacer deporte o simplemente para disfrutar de un entorno situado a unos minutos caminando del centro urbano donde hay 11 molinos, muchos de ellos ya, tristemente, en estado ruinoso. Cerca de sus senderos se pueden ver durante buena parte del año garzas reales. Patos o nutrias son otros de los animales que forman parte de este hábitat. Desde que la pandemia provocada por el coronavirus obligó a los lalinenses a confinarse en casa, son muchos los que echan de menos no poder pasear por el Pontiñas, un punto de encuentro, también, para grupos de personas que lo recorren a diario y más si cabe ahora en primavera, cuando las frecuentes heladas invernales obligan a los más madrugadores a abrigarse bien.

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