Numerosos libros en torno a la figura paterna recogen la imagen que muchos pequeños tienen de su papá. Lo muestran como ese superhéroe que es capaz de protegerlos de cualquier cosa, de defenderlos contra viento y marea o de arrancarles una sonrisa incluso cuando el enemigo es una pandemia que no consiguen ver desde la ventana, pero que saben que está ahí fuera y los mantiene recluidos en casa, por mucho que la cercanía de la primavera les regale días de sol. Al final, ellos, los niños y niñas que encuentran y ofrecen alegría en estos días difíciles, merecen su propia capa de superhéroe.

Nunca como este año hubo que tirar de ingenio y artesanía para demostrar a los padres cuánto amor cabe en cuerpos tan pequeños. No faltaron las tradicionales tarjetas y dibujos para encerrar todo este cariño y buenos deseos en un papel, mientras que otros decidieron usar como lienzo camisetas que ahora podrán lucir, enchidos de orgullo, sus progenitores.

Algunas de estas creaciones no dudaron en contextualizar el momento en el que nacieron del ingenio de niños recluidos en sus hogares. De este modo, en varias de estas prendas los pequeños estamparon el arco iris, que se está convirtiendo en un icono de la esperanza de que esta dura crisis sanitaria global pase para que pequeños y mayores puedan recuperar los días de libertad en los que crecer y vivir sin miedo. Y sin máscaras.

La situación hizo que los regalos del 19 de marzo fuesen más artesanales que nunca. Si papel y camisetas fueron el lienzo de muchos, la cocina también sirvió a otros para agasajar a sus padres. Los hubo que prepararon un bizcocho para endulzar la jornada y otros que tiraron de la cocina tradicional y crearon todo un emblema de tierras trasdezanas, como la mítica empanada. Eso sí, con amoroso mensaje incluido. Hablando de repostería y tratándose de Silleda no podían faltar los melindres de Tábora, esa caja que una abuela previsora esconde en la alacena para una situación de emergencia como la actual y cuya ubicación desvela a su nieta a tiempo para endulzarle el día a su protagonista. "Ni sabíamos que los teníamos en casa", confiesan.

Si la situación ya es difícil para todos, se hacen más necesarias que nunca esas píldoras de humor sin las que sería aún más complicado ver los días pasar sin pisar la calle. Así es que algunos vástagos decidieron en este singular Día del Padre empaquetar rollos de papel higiénico que hasta ellos mismos saben que parecen haberse convertido en objeto de coleccionista. Las imágenes demuestran que algún padre se metió de lleno en el papel -ahora en sentido figurado- y transmitió toda su emoción ante el simpático presente.