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Civismo "made in" China

Un bazar oriental de A Estrada sorprende a sus clientes al colocar un plástico entre el consumidor y el vendedor para extremar las medidas contra la expansión del coronavirus

Un plástico separa al vendedor -con mascarilla- del cliente en la caja de este bazar oriental. // AC

La barrera idiomática separa un lado y otro del mostrador, pero no es lo único que se interpone entre cliente y vendedor. Un plástico cuelga del techo, justo en la zona donde se encuentra la caja registradora. En esta ajetreada mañana de miércoles, día de feria en A Estrada, los clientes acceden a este bazar oriental y no se molestan en ocultar su sorpresa. Un cartel ofrece respuesta a sus caras de incredulidad y vuelve innecesarias las palabras.

"Sentimos que usemos las mascarillas para trabajar. El motivo es proteger mejor a toda la población porque el virus Covid-19 tiene un período de incubación en el que estamos asintomáticos. El uso de mascarillas durante este período atenuaría la propagación. Gracias por su comprensión". Con esta argumentación se solventa en este bazar, desde la zona de caja y también desde el propio escaparate, cualquier duda sobre los métodos que han escogido para proteger y protegerse frente al avance del coronavirus en España.

"No solo por nosotros, es también por vosotros", indican los responsables de este negocio. Prefieren que las cámaras no difundan su imagen, aunque algunos de sus clientes no dudan en sacar el móvil para compartir la estampa de las medidas de protección que adoptan estos empresarios para plantar cara a un virus que acapara todo el espacio informativo y que se ha convertido, por fuerza, en el principal tema de conversación en la calle.

El idioma traza un muro difícil de escalar. Sin embargo, tras la cerrazón inicial acaba imponiéndose el diálogo. Hace dos días que en este negocio se apostó por reforzar la seguridad colocando este llamativo plástico que separa al cliente del vendedor en el momento de pasar por caja. Cuando se le pregunta por cómo se lo tomaron quienes acuden a bucear entre el sinfín de artículos de la tienda, explican tras la mascarilla que el número de infectados crece muy rápido. Indican que decidieron tomar medidas para protegerse y también por la propia seguridad de la clientela. "Así mejor", remarcan.

La actividad ferial favorece el constante ir y venir de ciudadanos en este establecimiento. Una vecina no puede reprimir la pregunta: "¿Pero hay algo aquí?". No hace falta que aclare a qué se refiere con ese "algo". El comerciante contesta pronto que no, que solo es protección.

Estos empresarios chinos se instalaron en la capital estradense hace cinco años. Al preguntarles si han viajado recientemente a su país, la negativa no tarda en llegar. En el aire se percibe que su deseo no es alarmar, pero tampoco que se crea que el riesgo podría estar en ellos. Todo lo contrario. Insisten en que en China "no hay problema".

"Ahora, primero salud, después dinero", explica quien guía a los clientes entre las abarrotadas estanterías. Relata que en su familia no hubo contagios por esta dolencia y que en la localidad china de la que procede el virus que trae de cabeza al mundo entero apenas tuvo incidencia. Sin embargo, insiste en la necesidad de frenarlo para que la situación no se agrave. Y eso es lo que han querido hacer desde este rincón de España en el que a ellos les ha tocado vivir esta crisis sanitaria.

Con pocas palabras y apoyándose en gestos, insisten en que por la tienda pasa mucha gente y que toda protección es poca. Añaden que, cuando uno enferma, ha de quedarse en casa durante "15 días", que en ese caso hay que cerrar. "Salud primero, después dinero", repiten. Recalcan que en su país medidas como la mascarilla o el quedarse en casa para no contagiar a los demás son habituales. No emplean la palabra "civismo" pero queda flotando en el aire. Quizás haya quien en esta frontera de plástico haya visto una exageración o una alarma. En realidad, no es más que una lección de responsabilidad made in China.

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