En el poblado minero de Fontao viven 25 niños, los mismos que se contabilizan como máximo para cada unidad o clase de un mismo curso. Esto nos da una idea del tirón poblacional que tiene el que pasa por ser el segundo núcleo más habitado de Vila de Cruces. Y, sin embargo, esos 25 niños tienen que jugar desde tiempo atrás en un parque infantil con los elementos de juego bastante deteriorados y postes podridos en el cierre perimetral. En concreto, hace cinco años que la asociación vecinal Minas da Brea pide el acondicionamiento de esta zona, como recuerda su presidenta, Paula Rivela. El anterior gobierno del PP había hecho alguna que otra puesta a punto, y la intención era lograr una ayuda económica el año pasado para un buen lavado de cara del parque, pero la subvención vino denegada. Ahora, el bipartito anunció un proyecto para reparar este enclave así como el parque infantil de Piloño.

El estado del parque no se debe a su mal uso, sino que simplemente acusa el paso del tiempo. Paula Rivela lleva viviendo en Fontao 15 años, pues forma parte de la primera remesa de familias que se instalaron en el poblado tras su rehabilitación, por parte del Instituto Galego de Vivenda e Solo. "No tiene mal uso, sino mucho uso, y ahora mismo es un peligro para los niños pero también da una mala imagen en un poblado que funciona como atractivo turístico del municipio".

Y aquí llegamos a la segunda tarea pendiente en Fontao: el buen cuidado de las fachadas de las viviendas. Son, en total, 79 hogares, repartidos en ocho bloques. Su mantenimiento corresponde al IGVS, encargado también de adjudicar en régimen de alquiler o de compra estas viviendas de promoción pública. En las últimas semanas hubo una puesta a punto interior de algunas casas de cara a su nueva ocupación, pero el exterior de los bloques está lejos de sacar nota. El último pintado fue hace ya un par de años, y afectó solo a dos. Aún así, las filas de viviendas dejan boquiabiertos a todos los turistas que se acercan a ver la joya modernista que diseñaron César Cort y Basilio Bas para albergar a los trabajadores de las minas de wolframio. Y, paradojas del destino, las viviendas originales se inauguraron en 1960, justo cuando la extracción minera daba sus últimos coletazos.

El poblado incluye no solo las hileras de casas restauradas o las conocidas como la vivienda de los capataces y la unifamiliar de la maestra. El complejo ya en su diseño de los años 50 contemplaba espacios para comercios, sala de baile, cines, tabernas... El IGVS en 2012 cedió las antiguas escuelas, el cine y la iglesia de porte finlandés al Concello. Los dos últimos forman parte del Museo da Minería, que podría dar mucho más de sí si se dotase de contenido y de una persona que lo atendiese a diario. Para visitarlo, es preciso hacer una reserva previa en el sitio web del propio museo. Claro que cualquier vecino se presta de forma altruista a atender a cualquier visitante y explicarle brevemente la historia del museo y del lugar, pero sin poder entrar a los recintos.

El antiguo cine, reconvertido ahora en auditorio, está a disposición de los residentes para cualquier evento, y la Artística de Merza suele utilizarlo para sus festivales, dado que tiene más aforo y mejor acústica que el Valero Guzmán. Pero poco más. Ni antes ni ahora este auditorio suele figurar como escenario habitual de los eventos culturales que organiza el municipio y que, por tradición, aglutina sus actividades en el auditorio del casco urbano. Hubo, en este sentido, el interés de un particular de poner en marcha un bar en el auditorio, pero no llegó a materializarse. También sigue en el aire una demanda de antiguo: el huerto colectivo. Paula Rivela recuerda que el PP incluso llevó esta propuesta en su programa electoral y, a pesar de las numerosas gestiones para lograr la cesión de una finca, lo más parecido que se consiguió fue un acuerdo, ya por parte de un residente en el poblado, con otro vecino. Pero el huerto vuelve a estar a yermo. "Nunca hubo un interés real por parte del gobierno", lamenta Rivela.

Programa europeo

No tienen un supermercado, ni un bar, ni columpios en condiciones. Pero nada de esto impide dar lecciones de convivencia en Europa. Desde 2008, Minas da Brea participa en proyectos de intercambio. Compartió experiencias con el pueblo polaco de Dobkób y el checo de Veselá en cuanto a la recuperación de la historia local o el desarrollo. Desde 2018 y hasta 2021, y con otras dos entidades de Chequia y Polonia, Minas da Brea lidera la propuesta Mommas Coffee, centrada en la educación de los hijos e hijas y que está abierto además a toda la comarca dezana. A finales del presente mes llegarán a estas tierras los participantes europeos, y se albergarán en Mouriscade.