Más de la mitad de los municipios de la provincia ganaron habitantes en las últimas dos décadas, pero dentro de este ranking, en las comarcas, solo se cuela Lalín y tampoco por presentar unos números excesivamente llamativos. La cabecera comarcal dezana cerró su padrón el pasado ejercicio con un total de 20.218 vecinos, que son 22 más que los que tenía en 1999. El resto de los territorios de la zona vio como sus padrones caían, en su conjunto, hasta casi 13.000 personas menos. Si hace veinte años Deza y Tabeirós-Montes sumaban 82.573 personas, el último dato oficial rebaja su censo hasta las 69.580.

Dentro del contexto provincial hay 35 ayuntamientos que ganaron población y otros 27 perdieron habitantes. En términos porcentuales son tres dezanos los que encabezan esta sangría demográfica. Dozón cedió en este período más de la mitad de su censo (51,48%), y en Agolada y Rodeiro la caída afectó al 47 y al 44 por cien del padrón que tenía dos décadas atrás. En cifras concretas, Dozón pasó de 2.230 a 1.082 habitantes, Agolada redujo sus habitantes de los 4.457 a 2.344 y Rodeiro pasó de 4.396 a 2.437. Arbo y O Covelo completan el listado de los cinco términos municipales pontevedreses con peores datos demográficos en este período. En el otro extremo aparecen, por este orden, Salceda de Caselas, Soutomaior, y Salvaterra de Miño. Los tres ayuntamientos menos poblados de la comarca dezana ejemplifican la sangría demográfica del interior gallego, una vez que de la veintena de concellos de primera categoría todos están en las provincias de A Coruña y Pontevedra a excepción de las capitales lucense y ourensana.

Silleda cedió en veinte años 610 habitantes y conserva 6.687, Vila de Cruces perdió 1.973 (5.246) y A Estrada bajó de 22.331 a 20.479 y en Forcarei son 1.504 menos de los 4.892 que había entonces. Cerdedo-Cotobade suma ahora 5.699, 1.856 menos que los que contabilizaban hace dos décadas como municipios independientes.