-¿Hace mucho que no visita la parroquia de Breixa?

-Voy menos de lo que me gustaría pero voy mucho. Tenemos el Ecohotel Nós, la casa de mis padres y fincas que hay que atender. Estoy haciendo algunos proyectos interesantes para esos lugares. Tenemos un galpón muy curioso con unas herramientas increíbles, una especie de pequeño museo, donde intentamos a través de la fundación ver qué de manera aprovecharlo. Trabajar en Canarias y en Silleda es distinto pero las claves son las mismas porque es un tema de conexión con la sensibilidad particular del lugar. Cuando voy allá me pregunto qué perdimos por el camino para tener algo tan bonito y que no haya capacidad de reinterpretar el territorio con toda la potencia poética que eso tiene.

-¿En qué le gustaría actuar para acabar con esa anomalía?

-Tenemos un par de proyectos por ahí que nos pueden salir vinculados a la fundación. Vamos a desarrollar una serie de ideas para intentar darle más capas al territorio, unas capas de lectura artística con toda la fuerza que tiene y a ver si de esta manera podemos un poco ayudar a que no tenga esa especie de como extraño desprecio a veces. La naturaleza en Galicia tiene una potencia tan grande que es la mayor herramienta arquitectónica posible. Podemos cohabitar con Gaia que sería algo tan fácil de hacer solamente con sensibilidad política, aunque para eso también están las fundaciones, evidentemente.