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Alcanzar objetivos exige valentía y lucha

Graciela Álvarez valoró "tirar la toalla porque algunos compañeros querían marcarme los precios"

Graciela Álvarez esperando a tener un servicio en su taxi. // Bernabé/Cris M.V.

Ser mujer y extranjera ha sido una carga que supo sobrellevar la taxista, ya se puede decir estradense, Graciela Álvarez. Hace más de una década que está al mando de un vehículo y ofreciendo su sonrisa y amabilidad a los vecinos y visitantes que se suben en su taxi. Hace una veintena de años que llegó a España y ha estado realizando otros trabajos, hasta que vio la posibilidad de ser taxista: "Los comienzos no fueron fáciles, sobre todo porque había pocas mujeres y mi pasado me pesaba. Sin embargo, pudo más mi valentía por hacer lo que quería", explica. Cuando empezó aún se cobraba por kilómetro, pero "muchos querían marcarme los precios y me llamaban la 'baratera'. Al principio la gente no entendía porque cobraba menos, pero con el paso del tiempo vieron que era lo justo",relata.

La taxista, muy orgullosa de su trabajo y honestidad con los consumidores, afirma que "me pensé varias veces tirar la toalla, por las imposiciones de algunos de mis compañeros. Antes las señoras no me respetaban por mi pasado, ahora sí y eso es lo que me importa, que mis usuarios me respeten y cuenten conmigo para que los lleve a cualquier sitio".

Con la llegada del taxímetro, explica que fue algo que "nunca entendí. Para mí no es justo tener que activarlo cuando voy a buscar a una persona, porque ella no está en el vehículo. Para mí lo lógico es que marque solo cuando está usando el servicio". Por eso, la nueva normativa con la que pueden establecer un precio previo o un descuento con los usuarios de este transporte, afirma estar muy contenta. "Creo que es lo justo, aunque es algo que venimos haciendo desde hace tiempo. Todos sabemos lo que cobramos por ir a cualquier sitio y lo justo es hacerlo con todo el mundo, no solo con los usuarios habituales", concluye.

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