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El bonsái echa raíces en A Estrada

Ana Rivadulla se adentró en esta milenaria tradición con la puesta en marcha de la asociación local y hoy tiene 15 ejemplares - Es una muestra del boom de esta afición

Ana Rivadulla posa ante uno de los bonsáis. // Bernabé/J. Carlos Asorey

El Club Bonsái de Pontevedra abrió sus puertas en A Estrada en enero y lo hizo con fuerza. Exposiciones, talleres y la posibilidad de contar con un local social en Baloira donde poder reunirse para compartir conocimientosy trabajar en conjunto. La oferta contó con un gran recibimiento y fueron muchos los estradenses que, teniendo o no conomientos previos, decidieron adentrarse en esta milenaria tradición. De todos ellos, la mayor parte siguen en el club, enganchado a una afición que ha echado raíces con fuerza en A Estrada.

Un gran ejemplo de esa gran respuesta es Ana Rivadulla. La estradense, natural de Curantes, siempre ha tenido una gran afición por las plantas, teniendo en su casa lo que califica como "un jardín". Esa afición la llevó a probar en varias ocasiones el mundo de los bonsáis. Bien adquiridos por ella o regalados, se afanaba en cuidar con mimo los pequeños árboles pero todos terminaban muriendo. Por ese motivo, no lo dudó cuando la asociación abrió sus puertas. "No me enteré del primer día que abrieron pero al segundo ya estaba allí. A los pocos minutos ya sabía en qué había estado fallando", explica. "El problema estaba en el momento del transplante. Yo les ponía tierra pero necesitan sustractos especiales. Las macetas son pequeñas y raíces tiene que estar siempre bien prendidas", nos informa con la sabiduría sobre la materia que le han dado los últimos nueves meses de trabajo con los bonsáis y con la ayuda de expertos en la materia.

"Los profesores son muy atentos. El primer día sin embargo recibes demasiada información pero a fuerza de repetirlo te vas quedando con las cosas. En todo esto hay unas normas que tienes que cumplir para que se pueda considerar un bonsái. Uns vez las cumples y las tienes claras, ya puedes ir aportando alguna de tus ideas".

Rivadulla ha sido una de las alumnas más aventajadas del club desde su puesta en marcha, tanto que en estos meses ya tiene quince bonsáis a su cuidado. "De momento solo se pueden calificar de ramitas. De aquí a que sean árboles queda mucho. Tengo uno que vino de Japón que es un poco más grande y con el que ya puedo hacer algo. Sin embargo, con árboles de aquí también se pueden hacer cosas fantásticas", explicó.

Ana Rivadulla se reconoce ahora "enganchada" a una afición que también tiene sus sacrificios. Uno es el cuidado diario de los árboles. Otro es la lentitud con la que se terminan viendo los frutos de ese trabajo diario. "Esto tiene que gustarte, porque los frutos no los ves de un día para otro, pero es algo que engancha", argumenta. La estradense pone como ejemplo todas las personas que han entrado en el club para probar y que se han quedado. "Hay muy poca gente que no siga. Incluso vienen desde Santiago para trabajar con nosotros", afirma satisfecha.

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