La financiación de las administraciones municipales es una de las tareas pendientes. El bautizado como Pacto Local, firmado por el entonces presidente de la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp), José Crespo, y el expresidente autonómico Emilio Pérez Touriño ha sido un documento de trabajo aplaudido por aquellos a los que les toca estar más cerca de los administrados, pero muy lejos queda ya aquel mes de enero de 2006 en el que se firmaba un acuerdo llamado a aportar más recursos y mayor autonomía política a los concellos. Desde entonces, los alcaldes admiten que más que avances lo que ha habido son casi retrocesos en este sentido.
Para su funcionamiento y la prestación de servicios, los ayuntamientos tienen en los tributos de su competencia la principal vía de financiación, pero sin olvidar el dinero procedente de administraciones superiores como Estado, Xunta o diputaciones. Pues bien, precisamente Lalín es el único concello de las comarcas en el que sus ingresos por impuestos y tasas municipales es superior al aportado por otras administraciones públicas. Así se deduce si echamos un vistazo a los datos de la última liquidación presupuestaria, donde todos los ayuntamientos de Deza y Tabeirós-Montes, a excepción del ya mencionado, reciben más fondos por transferencias corrientes o de capital que por su propia presión fiscal. Precisamente es este último capítulo el que debía determinar el reparto de fondos de la Participación de los Ingresos del Estado (PIE), pero en casos parece que no se tiene en cuenta a los que hacen un mayor esfuerzo en la carga tributaria. El Concello de Lalín liquidó sus cuentas de 2017 con unos ingresos por impuestos directos, indirectos y tasas de 8,1 millones de euros, mientras que las transferencias corrientes sumaron 6,3 millones y las de capital rebasaron algo los 1,1. En consecuencia, en este balance hay una diferencia de 668.000 más en los recursos propios respecto a los externos.
La diferencia con A Estrada es bastante importante, pues la capital de Tabeirós obtiene de tributos propios 6,1 millones -dos menos que Lalín- y de otras administraciones obtuvo 8,3 millones. Tampoco se debe obviar que una menor dependencia de los fondos propios puede interpretarse en el sentido de que un ayuntamiento es capaz de atraer inversiones de administraciones superiores, pero su financiación propia es la que arrojan las liquidaciones de sus cuentas.
Más ajustado es el balance en el caso del Concello de Silleda, al que a sus arcas llegaron 3,9 millones de entidades públicas y por impuestos y tasas recaudó 3,5. En Vila de Cruces la carga fiscal soportada por sus ciudadanos le reportó ese año poco más de un millón y medio de euros, mientras que las transferencias externas alcanzaron los 2,7. Rodeiro y Dozón son los únicos casos donde los impuestos propios no alcanzan el millón de euros. En el primero caso son 853.361 euros y la financiación externa se fue hasta los 1,7 millones. En Dozón el desglose es de 290.278 euros y 722.712 euros, respectivamente. La presión fiscal, ese año, fue más elevada en Agolada que en la capital de Camba, pero aún así recaudó vía recursos propios 1.096.475 euros y obtener 1,8 millones por transferencias.
Impuestos y tasas locales repercutieron en algo más de un millón de euros al Concello de Forcarei, al que llegaron 2,2 de entidades públicas superiores. Y en Cerdedo-Cotobade, ya con su primera cuenta como un único municipio, la situación es la siguiente: Los fondos propios se situaron en 1,4 millones y los ajenos, en casi cuatro.
Todos los concellos de primera categoría ingresan más dinero de sus propios tributos que de otras transferencias a excepción de Ponteareas, Cangas y A Estrada.
