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De la arena del Sáhara a la carballeira

Las familias del programa Vacaciones en Paz de Lalín y Silleda repiten satisfechas una experiencia "inolvidable" por cuarta temporada veraniega consecutiva

Acoger durante cuatro años consecutivos a un niño saharaui hace que se convierta en un miembro más de tu familia y que las despedidas, cada mes de septiembre, sean un mar de lágrimas. Una experiencia que Meri Montoto Taboada y Yolanda Mato González, dos madres de acogida, volverían a repetir una y mil veces. Aunque, eso sí, hacen hincapié en el descenso del número de menores que llegan a la comarca de Deza.

En el caso de la lalinense Meri Montoto, por quinto año repite la acogida de Nayem, un niño que el próximo mes de noviembre cumplirá 15 años: "Siempre tuve la idea de adoptar, cuando me enteré de las acogidas de los menores saharauis fui al Concello y, a partir de ahí, empezó esta aventura", afirma esta madre de acogida. Aunque con los años los trámites se hacen cada vez más complicados ya que, en la actualidad, se incluyen los certificados de penales y sexuales, y hay que hacer además, un curso para aprender sobre la situación en la que viven estos niños. Desde el primer día que lo recibieron, Meri Montoto asegura que "la conexión fue especial, desde ese momento pasa a formar parte de tu familia, de tu pensamiento, ya hay un vínculo para siempre".

En el caso de Yolanda Mato, su familia acoge por cuarto año a Fatimetu, una niña de 13 años que estará hasta el mes de septiembre en Silleda. El primer año fue el más complicado ya que rompió totalmente con su rutina: "Al principio lo más duro fue el idioma porque no sabían apenas español", declara esta silledense. Aun así, ambos niños no tuvieron problemas para adaptarse a sus nuevos hogares y pronto aprendieron a nadar o a andar en bicicleta. Aparatos como un ascensor o unas escaleras mecánicas, fueron lo que más les sorprendieron junto al agua del río o los árboles.

Como todos los niños de su edad, sus comidas preferidas son la pasta, la pizza o las hamburguesas: " El primer año comía menos, pero le gusta toda la comida de la zona aunque sus preferencias son la comida italiana y las patatas fritas", asegura Yolanda Mato.

Comunicación

Durante el resto de meses del año, estas familias siguen manteniendo contacto con estos dos menores ya que en el campamento en el que se encuentran, hace años, les instalaron unas antenas que les permiten relacionarse a través de sus teléfonos mediante la aplicación de Whatsapp. De hecho, es la manera de comunicarse más económica ya que la llamada tiene un alto coste: "Hablamos con Nayem cada semana o cada mes como si fuese un miembro cercano de la familia" afirma Meri Montoto. Mientras pasan estos dos meses en la comarca de Deza siguen manteniendo contacto con sus familias del Sáhara Occidental.

En el caso de Nayem, tanto él como su familia de acogida tienen contacto permanente con sus padres y hermanos. Mientras que Fatimetu habla todos los domingos con sus progenitores, incluso el mes anterior recibió la visita de familiares que se encontraban en Galicia. "Las despedidas siempre serán el peor trago del verano, sobre todo, cuando piensas que va a ser el último año que pasen junto a ti. Ellos mismos se muestran más cariñosos y esperanzados de que ese presagio no se cumpla", apunta Yolanda Mato.

También se llevan a cabo actividades durante el año dirigidas a aquellas familias de acogida que tengan mayores dificultades económicas y no se puedan permitir pagarles el billete de avión.

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