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Instantáneas entre aguas grisáceas y malolientes

La comarca dezana ofrece a los visitantes destacados parajes naturales, pero, entre sus mayores atractivos está, sin lugar a dudas, la Fervenza do Toxa, que forma un conjunto único en una ruta que sigue hasta el monasterio de Carboeiro, ambos en Silleda. De hecho, son muchas las fotografías sacadas a lo largo de todo el año en esta catarata por parte de personas procedentes de muy dispares lugares. Anteayer, las instantáneas eran menos favorecedoras porque se apreciaba un color grisáceo poco común, que fue lo que alertó a los turistas e hizo que se avisara de la situación al 112. Que algo no iba bien no solo se notaba a simple vista, sino que también de ello alertaba el olfato. Había un fuerte olor que desprendía dicho vertido, tal y como indicaron personas que justo visitaron ese día el lugar.

De repetirse esta situación y al margen del impacto ecológico, podría afectar considerablemente a un paraje tan emblemático y concurrido. De hecho, la sensación que se palpaba entre los propios turistas presentes en la Fervenza do Toxa el pasado miércoles se movía entre la extrañeza y el estupor ante lo que estaban viendo y oliendo. Retratarse delante de aguas grisáceas y malolientes no entraba en sus planes cuando bajaron a conocer la catarata más alta de Galicia en caída libre.

No es el único caso en la zona. Sin ir más lejos, días atrás, unos vertidos industriales en el río Furelos (Melide) provocaron la mortandad de miles de truchas en el río Ulla, además de afectar a una de las áreas recreativas más concurridas del entorno, la de A Cornella, compartida con Agolada.

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