En julio del año pasado, el cuatripartito presentaba la reforma de la calle de Wenceslao Calvo Garra con la intención de convertirla "en un vial donde las personas, y no los coches, sean los protagonistas". Cosas del destino, los peatones sí están siendo los protagonistas de la remozada calle, pero no por tener más espacio ni más seguridad al reducir la velocidad del tráfico, sino por las caídas que está provocando su diseño. Ayer a mediodía se produjo la tercera en solo un par de meses. Tuvo lugar minutos después de mediodía. Urania dos Reis, de 72 años y vecina de A Cacharela, tropezó con una de las franjas de piedras rústica, a la altura de la pastelería París. Cayó de bruces, y el golpe le provocó una herida en una rodilla, así como arañazos en la otra y en ambas manos.

Varios peatones que pasaban por la zona acudieron de forma inmediata a auxiliar a la mujer, que no precisó ser trasladada al centro médico. Eso sí, tras el incidente decidió comunicar los sucedido a agentes de la Policía Local. Esta vecina, que suele salir a caminar todos los días por el casco urbano, ya sufrió otra caída meses atrás en el entorno del ambulatorio, una zona donde desde hace tiempo varias losas de las aceras están sueltas.

Desde el gobierno local, tal y como se anunció, se continúa con el pulido de las franjas irregulares para evitar más tropezones. Si esta medida no da resultados, el ejecutivo buscará soluciones alternativas. Las otras dos caídas fueron a finales de mayo y principios de julio, pero en el cruce de Calvo Garra con Antonia Ferrín (la antigua calle D). Al margen de colocar al mismo nivel los salientes de las piedras y el resto de las aceras, también está contemplado reformar los anclajes de las farolas. Por el momento, son varios los viandantes que evitar pisar las franjas irregulares, invadiendo incluso la calzada destinada al tráfico rodado, para no terminar también en el suelo.