En menos de dos semanas las puertas del curro del Campo do Medio se abrirán de par en par para dejar que la tradición entre a paso rápido. Los caballos que integran las manadas de O Santo irrumpirán en este recinto seguidos de los esperados aloitadores, previsiblemente, con un abarrotado graderío deseoso de ser testigo de cómo se perpetúa un legado que hombre y équido comparten en la parroquia estradense de Sabucedo. Antes de que llegue el primer encuentro del año se celebrará la tradicional "baixa", labores encaminadas, precisamente, a conseguir que los animales desciendan de los montes que habitan en completa libertad para ser rapados. Las expectativas de los de Sabucedo son buenas. La asociación que abandera esta Fiesta de Interés Turístico Internacional -la única del municipio estradense- aguarda que puedan bajarse unos 350 caballos para celebrar los tres curros de la temporada.
Detrás de la Rapa das Bestas hay un trabajo que no muchos conocen. Los de Sabucedo han de velar durante todo el año por el bienestar de estos caballos pero, a mayores, los preparativos de la fiesta que convierte a esta parroquia de A Estrada en un enclave internacional cada primer fin de semana del mes de julio, requieren un esfuerzo que va mucho más allá de lo que se ve durante los días de fiesta. Así, en la jornada de ayer una treintena de personas se desplazaron hasta los montes de A Planzadoira para localizar a las cuatro manadas de O Santo que viven en este entorno, ya en la zona de Campo Lameiro.
El objetivo de la jornada -da continuidad a otras sesiones similares en los últimos días- fue localizar a este centenar de caballos para intentar reunirlos y poder conducirlos a los cierres que tiene habilitados Rapa das Bestas. El presidente de la asociación, Henrique Bazal, explicó que esta es la zona más alejada de Sabucedo y remarcó que venir a buscar a los caballos que habitan en este entorno el viernes de la "baixa" sería completamente inviable. Apuntó en este sentido que algunos de estos puntos pueden estar a unos 25 kilómetros de distancia, en línea recta. "Este es un monte muy grande", subrayó Bazal.
Por la mañana fueron unas 32 personas las que se sumaron a estos trabajos, un equipo que por la tarde se vio todavía más ampliado. Esta elevada participación en las tareas de búsqueda y reunión de los caballos dio sus frutos ya en la sesión matutina, en la que ya comenzaron a congregarse los primeros caballos en el cierre de O Castelo. Bazal apuntó que las condiciones del invierno fueron bastante favorables para estas manadas y señaló que se pudieron ver varios potros, algunos de ellos ya encaminados al cierre para que puedan bajar por vez primera al curro el viernes 5 de julio.
Aunque aguardan poder reunir un elevado número de animales para la celebración de los tres curros de la temporada, Henrique Bazal no dejó de reconocer que alrededor de 200 ejemplares sería un número que garantizaría tanto la comodidad de los caballos y de los aloitadores durante el propio ritual de la Rapa como el disfrute de esta tradición por parte de quienes siguen de cerca el trabajo que se realiza en este recinto.
En todo caso, reunir a un mayor número de animales, además de acrecentar el espectáculo, también posibilita extender a más équidos el trabajo que se realiza dentro del curro, no solo el de cortar las crines de cabeza y cola, sino también las tareas de desparasitación interna de los animales, mejorando sus condiciones higiénico-sanitarias.
El viernes 5 de julio todos los interesados podrán sumarse a los trabajos de subida al monte en busca de las manadas de O Santo, uno de los momentos más especiales de la Rapa das Bestas. A las 06.30 horas será la misa en honor a San Lourenzo, el patrón de Sabucedo. En torno a las 07.00 será la reunión en O Celeiro para partir en busca de las "bestas", estimándose que alrededor de las 14.00 pueda comenzar a reunirse a las greas en O Peón, desde donde, previo y merecido descanso, se iniciará la bajada hacia el cierre de O Castelo. Los aloitadores volverán el sábado, 6 de julio, a este último recinto para que los caballos irrumpan en Sabucedo, que lleva un año esperándolos.
