José Crespo Iglesias volvió a ponerse ayer el traje de alcalde tras cuatro años en la oposición y 25 al frente de la administración municipal lalinense. La toma de posesión de ayer no era una más -fueron 8 desde 1990-, porque el político de Xaxán volvía al Castro Tecnolóxico tras ceder el bastón de mando por primera y única vez y por un puñado de votos en 2015. Por eso el salón de plenos se quedó pequeño para acoger a las decenas de amigos, colaboradores y demás miembros de la familia popular de Lalín. Además, estuvo arropado por el responsable provincial del partido, Alfonso Rueda, y el también conselleiro Román Rodríguez.

Crespo dejó su primera impronta como nuevo jefe del gobierno cuando el secretario municipal pidió a los ediles populares María Álvarez y Avelino Souto que se pronunciasen sobre cómo se realizaría la votación. El alcalde en funciones, Rafael Cuíña, -que también presentó candidatura y que fue apoyada por sus ediles y por los del PSOE- planteó que se hiciese a mano alzada, a lo que Crespo Iglesias replicó, "en urna, como se hizo toda la vida". La primera ovación se la llevó cuando juró y prometió su cargo como edil y atronadora cuando alzó el bastón de mando, dio por concluido el pleno, e invitó a los presentes a bajar al vestíbulo del edificio para escuchar su primera intervención como alcalde.

En el protocolario procedimiento de asunción del cargo de edil apenas hubo más anécdotas que el calor que había en la sala, pues no cabía un alfiler, o la fórmula elegida por el edil del BNG, Francisco Vilariño, que prometió el cargo por imperativo legal y con un ejemplar de Sempre en Galiza. La segunda la protagonizó el ya exregidor, que se levantó para darle un abrazo a su sucesor; una escena, al menos en público, impensable durante buena parte del mandato anterior. Lo que le dijo, quedará entre ambos.

Los invitados que habían llenado el salón de plenos y los que se quedaron fuera, junto a la totalidad de la corporación, descendieron la escalera circular de la primera planta para escuchar un discurso de investidura en el que Crespo habló mucho en pasado y dio algunas pinceladas del futuro, porque dijo que de hablar de política "ya habrá tiempo". Acompañado de sus 10 concejales, de Rueda, Rodríguez y del delegado provincial de la Xunta, José Manuel Cores Tourís, abrió su intervención con la cita atribuida a Fray Luis de León " Dicebamus hesterna die"; es decir, que estaba de nuevo al frente del Concello y presidiendo un acto en un edificio que para él, dijo, "es como estar en casa". Que la jornada de ayer era en parte inédita para él se ejemplificó con la presencia de su madre, que, según dijo el alcalde, nunca había asistido a ninguna de sus tomas de posesión anteriores. Crespo quiso poner en valor el papel de la familia por encima de otras cuestiones como la relevancia social o política y recordó que siempre estuvieron a su lado en estos años, en los que pasó momentos "duros".

En una intervención de 16 minutos, empleó buena parte del tiempo para agradecer a su gente la implicación que tuvieron con una campaña electoral en la que, dijo, él y sus colaboradores se vaciaron para tratar de convencer a los vecinos que el PP era la mejor opción de gobierno. "Hay un axioma que dice que nunca segundas partes fueron buenas, pero intentaré demostrar que sí existe una excepción que cumple la regla y además está basada en un método empírico que es la experiencia". Crespo Iglesias rehusó citar proyectos concretos, conceptos políticos o detalles y enfatizó que -tirando del refranero familiar- "del trabajo sale todo" y por eso garantizó que él y su renovado equipo pondrán todo su empeño, con una hoja de ruta clara, "para que el pueblo diga en cuatro años que valió la pena" otorgarle al PP la responsabilidad de gestionar el ayuntamiento. El alcalde dio las gracias a los 5.514 vecinos que le dieron su apoyo en las urnas, a Román Rodríguez y a Javier Blanco por su implicación en la campaña y tuvo palabras de afecto para el exedil Antonio Rodríguez y para su asesor de comunicación Manuel Vilariño.

En su alocución echó la vista atrás en varias ocasiones para hilvanar luego un discurso de lo que, confía, sucederá los próximos cuatro años. Así, aludió a su experiencia en la oposición o en que el apoyo del PPdG le permitió ejercer como senador. Ambas experiencias, dijo, fueron, esenciales para "rehabilitarme" y construirle "una experiencia maravillosa, muy dura pero provechosa, para corregirme a mí y a mi equipo los posibles errores del pasado".

El mandatario tampoco quiso dejar pasar por alto que no había sido sencillo volver a reconquistar la Alcaldía y por eso quizá lo valorase más si cabe, celebrando que la ciudadanía le diese otra oportunidad. Pidió "colaboración y comprensión" para alcanzar el objetivo que no es otro que cumplir un programa electoral que, como acontece en muchas ocasiones, podrá lograrse en parte por imponderables, pero en contrapartida se llevarán a cabo otros proyectos que no se detallaron en el papel. También dijo que la renovación de su equipo implica que Paz Pérez, María Álvarez y él mismo sean los únicos con experiencia en política, pero que confía sobradamente en el equipo humano que conformó.

Tras agradecer al anterior gobierno el "ejemplar" traspaso de poderes que se materializó los últimos días -el Concello tiene en caja 8,8 millones, con 500.000 euros en facturas pendientes de liquidarse y con deuda cero- proclamó su deseo de que hubiese buena sintonía entre gobierno y oposición, a quien lanzó el primer guante. Y subrayó que, "por culpa de todos hubo estridencias que no tendrían que haberse producido", aunque, indicó, en esta nueva etapa ejecutivo, Compromiso por Lalín (CxL), PSOE y BNG deben pensar en que por encima de la disputa política está el interés general de los ciudadanos y que en eso seguro que todos coinciden. Por último, y como había dicho 24 horas después de ganar las elecciones, no llegará al Concello como un ciclón, sino como "una brisa de sentidiño". Y dijo que ya pensaba cómo le gustaría que los vecinos recordasen, dentro de cuatro años, la labor de su ejecutivo.

Por otro lado, Rafael Cuíña deseó suerte al nuevo gobierno y garantizó que ejercerá una oposición "dura, pero constructiva" porque no conviene olvidar, dijo, que cerca de la mitad de la ciudadanía se decantó por una opción política distinta al PP. El exmandatario, aseguró haber asumido con total tranquilidad el nuevo rol político resultante del veredicto de las urnas, sobre todo, por las numerosas muestras de afecto recibidas, de manera especial, "por mi gente". Cuíña está preparado para ejercer de jefe de la oposición, valora la mano tendida ofrecida por Crespo. Sobre su intervención opina que, desde el respeto, quizá habló más "en primera persona que del futuro del pueblo de Lalín". Ayer mismo, dijo, mantuvo un par de conversaciones con el que poco después sería proclamado alcalde. Sobre el contenido de sus palabras cuando se fundió en un abrazo con Crespo se limitó a decir: "fue algo cariñoso". El alcalde saliente agradeció al PSOE que todos sus ediles le diesen el voto a su candidatura, algo que, entiende, ejemplifica la colaboración que habrá con su partido en la labor cotidiana como oposición.