La negociación para un gobierno tripartito sigue abierta, ya que por ahora solo la socialista Carmen Silva anunció su integración en el nuevo ejecutivo. Si finalmente Taboada no obtiene el respaldo del BNG, verá muy limitado su margen de maniobra, con solo 4 de los 13 ediles de la corporación. Así es que Vila de Cruces continuará unas jornadas más bajo la incertidumbre. Al menos, ayer se cerró un capítulo abierto el 26 de mayo, tras el vuelco electoral que arrebató la mayoría cómoda que tenía hasta entonces el PP.

La polarización de las elecciones en Vila de Cruces era evidente no solo en la frialdad de apretón de manos que se dieron Jesús Otero y Luis Taboada. Hasta hace tres meses, eran amigos íntimos desde hacía décadas, hasta el punto de compartir mesa y mantel en numerosas ocasiones. Y además, en el caso de Luis Taboada, estuvo antaño al frente de una constructora que realizó buena parte de la obra pública de Vila de Cruces. En el salón de plenos, la tensión era tal que durante el recuento de votos, una decena de personas prorrumpió en aplausos cuando contaron el séptimo voto que daba la mayoría absoluta a Luis Taboada, pese que esta mayoría era ya algo previsible toda vez que los cuatro ediles de las dos fuerzas de izquierda habían mostrado previamente su papeleta. La secretaria del Concello llamó a estas personas al orden, rogándoles silencio mientras durase el resto de la sesión. No fue el único momento difícil de la jornada. Una vez rematado el pleno y cuando los concejales se saludaban entre ellos, familiares de Otero y de Taboada tuvieron un breve rifirrafe en el fondo de la sala. La discusión, muy breve, despertó la sorpresa de los presentes pero no pasó a mayores.