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"El vinilo tiene una magia especial"

El DJ estradense Pablo Rivadulla se ha especializado en música de los ochenta, aunque se mantiene fiel a sus vinilos, con una colección que ronda los 3.000 discos

Pablo Rivadulla posa con algunos de sus vinilos en la alameda. // Bernabé/J. Carlos Asorey

Pablo Rivadulla se adentró en el mundo de los DJ cuando solo tenía veinte años. Lo hizo a través de la música electrónica. En aquella época, finales de los noventa, este tipo de música, en su vertiente menos comercial, comenzaba a grabarse en vinilos. "Era una época mala tras una relación y lo cogí como una forma de entretener la cabeza", recuerda el estradense. En esos primeros pasos tuvo el apoyo de Carlos, propietario por aquel entonces del Pub Inox. "Empecé a a comprar discos poco a poco. No era fácil porque en aquella época no era como ahora. No podías comprar por internet", explica. Durante mucho tiempo, esa pasión por la música en vinilo se mantuvo como una afición, aunque ya hizo sus primeros pinitos como "pincha". "Alguna vez pinché allí pero sobre todo lo hacía en casa. Era como una vía de escape del trabajo y de mi vida diaria".

Con el paso de los años sin embargo, Rivadulla fue cambiando de estilo de música. "Hace unos años comencé a aficionarme por la música de los años ochenta, la música que yo mamé cuando era pequeño. Yo tenía muchos hermanos mayores y con ellos escuchaba la música que ponían. Cada vez que me subía al coche con ellos o iba a repartir el pan iba oyendo estas canciones. Por eso le tengo tanto apego y tanto cariño", explica. A partir de ahí comenzó a recopilar vinilos de esa época, hasta que el Pub Tarará se cruzó en su camino allá por el año 2016. "Un día estando allí vi que estaban poniendo mucha música de esa época y que el pub estaba lleno de gente que rondaba los cincuenta años. Vi bailando a Chiño Barros y a su pandilla disfrutando con esa música que a mí me gustaba tanto", recuerda.

De ese día nació un acuerdo entre Rivadulla y el Pub Tarará. La idea, que el estradense realizara una sesión de DJ con sus vinilos de los ochenta en el pub. "Pasó casi un año hasta que decidimos poner una fecha. Yo le propuse fin de año pero ellos no lo vieron porque era un día importante. Decidimos hacerlo unas semanas antes, así que allí me marché con todos mis bártulos. Al terminar vino y me pidió si podía volver en fin de año", afirma. Desde aquel momento continúa pinchando en el Tarará. Lo hace una vez al mes, siempre que sus compromisos laborales se lo permiten.

"Esto fue lo mejor que me pudo pasar. Me sigue gustando la música electrónica pero ahora mismo estoy disfrutando más de esta música. A todos nos gusta recordar épocas pasadas y creo que cuando pongo esta música esa gente disfruta", explica el DJ estradense. "Con todo esto parece que le dimos un empujón diferente al Tarará, que se ha convertido también en un sitio de referencia en cuanto a la música de esa época y la música rock. A ello hay que sumar que pones música de otra época en su formato original. Eso hay mucha gente que lo aprecia".

El pinchar con vinilos supone sin embargo un gran esfuerzo a nivel logístico. Cada vez que tiene sesión en el Tarará tiene que prepararlo el día anterior. Hoy en día los DJ acuden a sus sesiones con un ordenador, una mesa de control y poco más. Rivadulla sin embargo tiene que llevar su mesa y sus dos platos, de gran peso. Además, por cada sesión lleva tres o cuatro maletas con unos 300 discos en vinilos. "A lo mejor de esos 300 solo uso 100 pero tengo que llevarlos porque te pueden gustar tres canciones de Radio Futura pero no están en el mismo disco. De AC DC por ejemplo llevo siempre cuatro vinilos y a lo mejor no se da la noche para ponerlo", explica el DJ.

A Rivadulla le cuesta cuantificar cuantos vinilos ha reunido a lo largo de todos estos años. "Sigo juntando cada día nuevos discos. Mucha gente me regala además los que tiene por casa, algo por lo que les estoy muy agradecido". "Debo andar en los 3.000 discos, entre los que tenía de mi época en la música electrónica y los que tengo ahora de los ochenta".

El DJ del Pub Tarará señaló que, a pesar del avance en los nuevos vinilos, "el sonido intrínseco de los discos no se da eliminado. Sigue estando ahí. Es un defecto o una virtud, depende de como se mire. Hay a mucha gente que le gusta. Es un poco coñazo pero el vinilo tiene una magia especial. Parece que estás palpando la música. Eso es algo que me pasaba con la música electrónica y ahora me pasa con la música de los ochenta. Los nuevos formatos tienen menos alma", manifestó el estradense.

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