Sobresaliente "cum laude". Es la nota unánime que un tribunal internacional le ha otorgado a la tesis de doctorado "Evolución demográfica del área estradense: 1650-2000" del historiador estradense Juan Andrés Fernández Castro, a la postre también director del Museo do Pobo Estradense y coordinador de la publicación de este, A Estrada Miscelánea Histórica e Cultural.Es el justo reconocimiento a la meticulosa investigación que ha realizado desde su jubilación como docente, hace ya casi 4 años.

Fue entonces cuando Fernández -que ya había centrado su tesis de licenciatura en la evolución de la demografía en la parroquia de Guimarei- se planteó preparar la tesis para culminar el doctorado que había cursado a través de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), terminándolo en 1992, pero que había dejado "parado" para poder conciliar vida laboral y familiar. Lo comentó con la catedrática estradense Ofelia Rey Castelao, una brillante historiadora que está considerada una auténtica "eminencia" europea. "Te la dirijo yo", le contestó ella con prontitud. Y así comenzaban casi cuatro años de rigurosa investigación en los que Fernández Castro ha buceado en el Registro Civil para obtener los datos demográficos necesarios para su tesis desde el año1871, fecha de entrada en vigor de la Ley del Registro Civil que obliga a anotar nacimientos, defunciones y matrimonios; y en los archivos parroquiales hoy centralizados mayoritariamente en el Archivo Diocesano y en censos estatales como el Catastro del Marqués de la Ensenada- para lograr la información relativa a los 220 años comprendidos entre 1650 y 1870.

El ingente volumen de datos que reflejan las 387 páginas de la tesis arroja luz sobre la evolución de la población de A Estrada y su entorno durante 350 años. Su análisis permite extraer conclusiones de gran interés para la historia de A Estrada. Por eso, estradenses que asistieron el 5 de abril a la defensa de su tesis doctoral realizada por Juan Andrés Fernández Castro -entre ellos, el alcalde, al que invitó como "representante de todos los estradenses"- ya le han pedido que traduzca a román paladino las conclusiones de su concienzuda investigación, a fin de hacerla accesible a todos los estradenses. Es algo que Juan Andrés Fernández Castro está sopesando.

En general, en estos 350 años la población estradense fue aumentando, sobre todo en las épocas de bonanza, cuando se disparaban bodas, y nacimientos. Sin embargo, A Estrada también sufrió crisis que la marcaron demográficamente. Las mayores las causó la falta de alimentos. Así le ocurrió, igual que al resto de Galicia, en 1769. Frío y lluvia malograron cosechas y murieron entre el 10 y el 15% de la población.

La crisis de finales del siglo XVIII motivaría el inicio de la emigración. Había más bocas que platos y los estradenses comenzaron a buscarse la vida emigrando de marzo a diciembre dentro de España. Había modalidades migratorias, según las parroquias, determinadas por los enlaces de los vecinos de cada una de ellas con quienes les habían precedido en la emigración. De las parroquias más ricas -las de la ribera del Ulla como Arnois, Paradela, Berres, Cora o Santeles- muchos se iban a Ferrol (a trabajar como carpinteros en los astilleros o como canteros en la ampliación de la fortaleza y el puerto de Ferrol). Codeseda, Souto, Arca, Liripio, Ribela o Sabucedo suministraba canteros de obras públicas para toda España. Muchos pobres se iban a Santiago a pedir o bien a cubrir la demanda de servicio doméstico de la que era la ciudad más próspera de Galicia. Otros emigraban a Andalucía para trabajar en la hostelería, en puestos de pescadería o como aguardores o estibadores de los barcos que partían hacia América.

Esto favoreció también que en la segunda mitad del siglo XIX se iniciase el éxodo a América. Ahorraban para pagarse el pasaje o se metían como polizones en los barcos. Comenzaba así la extraordinaria sangría demográfica que sufrió A Estrada en los siglos XIX y XX.En la segunda mitad del XIX se iniciaba un éxodo muy potente hacia América (Cuba y Argentina, fundamentalmente) que seguiría, aunque con menos intensidad, hasta 1960. Ahí cesaría la emigración americana y comenzaría la europea, a distintas zonas de España y también a países como Alemania, Inglaterra, Francia, Suiza o Bélgica.

Paradójicamente, la emigración también contribuyó a controlar la natalidad en A Estrada. A falta de métodos anticonceptivos, era uno de los factores de control natural de la natalidad, junto con la inhibición de la ovulación derivada de la lactancia programada, el celibato definitivo de mujeres, el retraso en la edad de acceso al matrimonio, los estados de debilidad crónicas asociados a las frecuentes hambrunas que impedían que las mujeres ovulasen y la llamada a la abstinencia en Cuaresma y Adviento que realizaba la Iglesia.

Aun así, había meses propicios para la promiscuidad: los de recogida de las cosechas. De 1650 a 1880 la mayoría de los estradenses nacían en marzo: eran concebidos en junio. En el siglo XVIII, la media de hijos logrados en A Estrada era de 4,2. El 25% de los niños no llegaba a los 7 años. Era muy frecuente que se muriesen a los pocos días. Había una tasa de ilegitimidad muy baja, que se dispararía en el siglo XIX, con el incremento de la emigración.

No había hombres y, antes de estar solas, muchas mujeres preferían tener un hijo como sostén para su vejez. También las palabras de matrimonio provocaban concepciones prenupciales que mayoritariamente se solucionaban con bodas y nacimientos dentro del matrimonio. Pero había casos en los que el novio abandonaba a la mujer y esta se quedaba con un hijo ilegítimos. El estudio de Fernández Castro también evidencia el elevado número de hijos expósitos -legítimos o ilegítimos que se abandonaban a la puerta de la iglesia, de casas ricas o del Hospital Real de Santiago- y pasaban a manos del Estado, que los dejaba al cuidado de familias. El Catastro del Marqués de la Ensenada muestra que solo en Orazo en 1752, de 476 habitantes un total de 23 eran expósitos.

Son datos curiosos que hablan de una sociedad con gradación de prosperidad según las zonas. La el Ulla era la más rica: el clima era más benigno y favorecía una mayor producción agraria. A las patatas y al maíz, desde el XVIII sumaba la producción del vino de la Ulla, que "tenía un fabuloso mercado en Santiago", y cultivos como el lino o el tabaco.También parroquias como Santo André de Vea, Paradela y Cora eran ricas. En ellas había dehesas reales, robledas en las que se cultivaban los robles con los que se construían los barcos de la Real Flota. Fernández Castro deduce que es muy posible que la flota que cada seis meses llevaba mercancías a América y las traía a Europa estuviese construida con robles de esta zona y que los carpinteros que los construyeron fueran también de esa zona. Ya entonces la madera tenía importancia en A Estrada.