Los gobiernos municipales suelen aprovechar el último año de sus mandatos para acometer inversiones o desarrollar proyectos que generen un impacto favorable en el electorado. Esta estrategia suele ir ligada en casos a un mayor nivel de endeudamiento, porque las obras requieren siempre de inversiones cuantiosas. Pero esta tendencia se revierte en los concellos de Deza y Tabeirós-Montes, que despidieron el pasado año con la deuda viva más baja de la última década.
Las obligaciones con las entidades financieras nunca se habían situado a estos niveles y el pasivo global a 31 de diciembre del pasado ejercicio se situó en 5,9 millones de euros. En el otro extremo de la balanza está 2013, cuando el pasivo de los nueve municipios ascendía a la friolera de 16,7 millones. Las dos administraciones locales de mayor capacidad presupuestaria y, en consecuencia, de endeudamiento: Lalín y A Estrada, son las que contribuyen a mover el péndulo hacia un lado u otro. Así, hace un lustro la deuda bancaria del municipio dezano rebasaba los 8,1 millones de euros debido, en gran medida, a la operación de compra del multiusos por algo más de 7. El pasivo bancario de A Estrada era de algo más de 2,5 millones, incluso por debajo de los 3,4 de Silleda.
A partir de ahí los gobiernos municipales no tuvieron más remedio que apretarse el cinturón y, a cambio de aminorar su volumen de inversiones con fondos propios, se vieron obligados a habilitar fondos para amortizar los préstamos bancarios. De los 16,7 se pasó a algo más de 13 millones y medio, en gran medida por la amortización de 2,5 millones de Lalín en doce meses. En esta década el pico máximo del concello capital de Tabeirós se produjo en 2011, cuando tenía créditos pendientes por 4,3 millones. Silleda, un concello hace años conocido por su elevadísimo pasivo bancario -hasta 3,6 millones en 2012- también fue liquidando deuda. El último dato difundido por el ministerio, de 2017, cifraba en 6,4 la deuda viva de todos los ayuntamientos de las comarcas.
Si nos ceñimos al presente mandato Lalín tenía adeudaba a entidades crediticias 4,2 millones y al cierre del año pasado el pasivo era de 582.121 euros. A Estrada incrementó su deuda viva desde los 2,6 a los 2,9 millones. No obstante, hay que tener en cuenta que ambos concellos consiguieron sendos planes europeos de 5 millones de euros en cada caso, pero para su ejecución era preciso suplementarlo con fondos propios de en torno a un millón de euros. Para desarrollar el DUSI A Estrada solicitó, ese mismo año, un préstamo de 839.000 euros.
Silleda debía a finales de 2015 2.951.000 euros y las obligaciones pendientes a finales del pasado ejercicio ascendían a 1.740.291 euros. Vila de Cruces encadena tres anualidades sin deber un solo euro a los bancos tras liquidar los 234.000 euros que tenía en el año del inicio del mandato. Rodeiro es uno de los 21 municipios de la provincia con deuda cero y acumula varios años sin préstamos.
Agolada presenta la deuda per cápita más alta de las comarcas, con 276 euros por vecino. Cerró 2018 con obligaciones por valor de 655.000 euros, aunque tres años antes era de algo más de 1,1 millones. Dozón pasó de 175.000 a 102.000 euros. 2013 fue el último año en el que Forcarei debió reservar fondos públicos para amortizaciones. Cerdedo-Cotobade, sin créditos a finales del año pasado, comenzó a operar con contabilidad única un ejercicio después de su fusión. En junio de 2017 canceló una póliza de crédito de 170.000 euros. Según los datos facilitados por los concellos, también relativos a la deuda viva, Lalín tenía en caja el pasado mes de marzo 7.897.867 euros y A Estrada despidió el año con 4.823.461 euros.
