La Ribeira Sacra optará finalmente a la declaración de Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, después de que la candidatura haya sido aprobada por unanimidad en el Consejo de Patrimonio Histórico -órgano del Estado y las Comunidades Autónomas- para postularse en 2021. El lalinense Carlos Montilla Cortizo lleva tres años organizando en este lugar de Galicia un festival donde se dan la mano la música de calidad, actividades como degustaciones vitivinícolas o gastronómicas y la potenciación del patrimonio natural.

-¿Qué le parece la candidatura de la Ribeira Sacra a Patrimonio Mundial de la Humanidad?

-Evidentemente es una gran noticia, sobre todo para los que estamos trabajando en algún proyecto. Le da un plus de visibilidad, pero también es un reto importante porque la Ribeira Sacra tiene todo por hacer aún. Es un territorio que está creciendo mucho desde el punto de vista turístico pero que necesita trabajar un poco en lo que va a venir ahora. Era una candidatura previsible y yo creo que se la van a dar.

-¿Será más fácil vender algo como el Festival Ribeira Sacra si se concreta esa candidatura?

-Es más fácil, sobre todo porque nosotros trabajamos en una línea que se sale un poco de lo que es la difusión de un festival musical al uso. La parte musical, en la que en cualquier festival es prácticamente el 90 por ciento de su éxito, para nosotros es más la experiencia, vender el territorio, vender el plan, la zona vinícola tan buena que hay allí y, por supuesto, su patrimonio. Además, ahora estamos entrando a trabajar en una dinámica de crear con los touroperadores productos para descubrir la Ribeira Sacra. Una candidatura como esta te da mucha fuerza para llevarlo a cabo.

-¿Por qué en la Ribeira Sacra y no en otro punto de Galicia?

-La elección se realizó por varios motivos. En la Ribeira Sacra nosotros ya habíamos trabajado hace siete años más o menos con una idea pequeñita, un ciclo titulado "Baixo a vide" con conciertos con denominación de origen. Fue cuando descubrimos el potencial sólo con actividades en una bodega, pero ya me di cuenta de que se trataba de un territorio espectacular sobre el que había que plantearse algo. Lo que pasa es que desde el punto de vista privado un proyecto como el nuestro es complicado, y pienso que debería serlo casi público. Lo cómodo sería trabajar en zonas más confortables como la costa, donde hay más público, más capacidad de alojamiento y mejores conexiones y accesos. Al final, nosotros decidimos apostar por la Ribeira Sacra sin tener ni idea en ese momento tampoco ni de iba a ser Patrimonio de la Humanidad ni nada porque entendíamos que en el mercado de la oferta de festivales había un hueco que no estaba cubierto, y que era el de un festival muy vinculado a un territorio, con mucho que contar, con mucha historia y que te pudiera generar esas actividades paralelas. Durante dos años estuve viendo la fórmula para que el Festival Ribeira Sacra fuera algo diferente. Nosotros lo que pretendíamos era que el público fuese descubriendo a través del festival un poco la Ribeira Sacra.

-¿El Festival Ribeira Sacra no corre el riesgo de convertirse en multitudinario con el tiempo?

-Desde el primer año el festival experimentó un notable crecimiento, pero es bastante orgánico y controlado. Agotamos las entradas que pusimos a la venta en las dos primeras ediciones. Podíamos haber puesto más, pero la intención es hacer un crecimiento muy orgánico para que no sea algo que no se nos vaya de las manos. El primer año fuimos muy a lo bajo porque la cuestión es saber cuánta gente puede absorber el territorio. Sabíamos que teníamos más capacidad pero queremos ir poco a poco porque no queremos que se convierta en una feria. Nunca va a ser un macrofestival porque no está en la esencia del proyecto, ni siquiera de grandes dimensiones, al menos mientras sea yo el que esté coordinando esto. Ahora mismo, en este desarrollo hasta la candidatura de Patrimonio, y después también, hay una responsabilidad que es la de trabajar con modelos de turismo. Se trata de saber qué modelo de turismo queremos aplicar en la Ribeira Sacra. El discurso que llevamos nosotros es el de preferir poco público, pero de calidad, que tenga interés por disfrutar de cosas diferentes y, sobre todo, que tenga capacidad para después a lo largo del año de volver otra vez por su cuenta a la Ribeira Sacra. La línea estratégica de Ribeira Sacra debería tender a un modelo distinto al que tiene, por ejemplo, Santiago, que es únicamente contabilizar el volumen de visitantes y de peregrinos.

-¿Le gustaría extrapolar esta oferta de cultura y de ocio a otro punto de Galicia o de fuera?

-Me gusta que me hagas hoy esa pregunta porque estamos pendiente de la confirmación de un nuevo proyecto, que tiene mucho que ver con esto. Nosotros abrimos una línea de lo que llamamos festivales para un territorio. En Ribeira Sacra abrimos también un área de trabajo de territorios-patrimonio. El año pasado estuvimos con región de O Douro, y dentro de eso sí que hay una intención de que otras zonas parecidas y similares con la Ribeira Sacra puedan generar un contenido similar. Queremos llevar este formato que tenemos de festival a otros territorios y la zona de Douro es muy parecida y apropiada. Con ellos ya estamos trabajando mediante un diálogo bastante fluido para ver qué podemos hacer. A partir de ahí, en lo que respecta a la productora I-rradia sí que nos interesa mucho seguir trabajando en conceptos y dinámicas para poner en valor territorios a través de iniciativas como puede ser esta de Ribeira Sacra. Normalmente, los espacios se ponen al servicio de un festival, que llega y se genera. Nosotros queremos darle la vuela y que sea el evento el que se ponga al servicio de un territorio determinado para desarrollar, amplificar o visibilizar dicho territorio con sus singularidades de todo tipo.

-¿Qué le queda al Ribeira Sacra de este año para cerrar el cartel?

-En la parte musical, el 90 por ciento está ya presentado. Faltarían como dos o tres nombres para cerrarlo. A partir de aquí, queda ultimar las actividades paralelas.