Aunque no es un cultivo mayoritario en las comarcas, las viñas sí forman parte del paisaje de zonas como Vila de Cruces, donde el concello respalda la ampliación de la superficie integrada como subzona del Ulla en la D.O.Rías Baixas. Según los cálculos, cada cepa necesita a lo largo de cada ciclo entre 700 y 1.000 litros de agua. Pero según la época del año en que vengan esas precipitaciones, pueden o no ayudar a la producción de uva. En el caso de las trombas que cayeron en los últimos días, como estuvieron precedidas de jornadas de sol, es posible que la humedad traiga ahora consigo la propagación de plagas como mildiu, oidio o botritis. Los viticultores también deben vigilar el tipo de suelo, porque si no hay un buen drenaje, las raíces pueden asfixiarse.
Las viñas tienen otro enemigo más peligroso que las trombas de agua y las variaciones de los termómetros: las heladas tardías o heladas de primavera. Éstas suelen caer cuando la cepa está en fase de brotación o de floración.
