La tradición oral afirma que la conocida como Ponte do Demo, que comunica, dentro de la Jurisdicción de Carboeiro, el monasterio con las feligresías de su soberanía Carbia, Fontao, Merza y Bodaño, fue construida por el demonio, por un encargo de los monjes, de ahí su nombre.

Las leyendas de la construcción de puentes por mediación del demonio está muy extendida por varios países, dando lugar a numerosos puentes del demonio. La mayoría son puentes medievales de un solo arco que se caracterizan fundamentalmente por presentar dificultades técnicas para su construcción. Las leyendas se basan en un pacto con el diablo, al que consiguen engañar, para construir el puente, a cambio de las almas de los difuntos que pasen por el puente ese día, pero después de realizada la obra, el demonio siempre es engañado por su adversario y no consigue las almas de los difuntos. El demonio al final fracasa y no consigue sus propósitos, acabando con las manos vacías.

La leyenda de la construcción del puente sobre el río Deza para acceder al monasterio de Carboeiro cuenta que lo construyó el demonio, garantizando que las crecidas del río no lo destruirían, a cambio de quedarse con las almas de quien lo cruzase entre las horas litúrgicas de Maitines y Vísperas.

Los condes de Deza, Don Gonzalo Betótez y Doña Teresa Ériz, levantaron el monasterio en uno de los lugares de más difícil acceso de la Tierra de Deza, acaso porque era el más indicado para alejarse del mundo, vivir en contemplación y en soledad. Para acceder al monasterio, en la época medieval los monjes construyeron una calzada de grandes losas y un puente de sillería de casi quince metros de alto y unos diez de largo y un solo arco sobre las aguas del río Deza. Este puente, durante siglos, fue objeto de muchas leyendas debidas a la gran cantidad de asaltos y asesinatos de caminantes que en este paso obligado se produjeron. Quizás la más famosa sea la leyenda del pacto con el demonio hecho por los monjes del monasterio para la construcción del puente.

Leyenda

Cuenta la leyenda que una crecida del Deza arrasó una vez más el viejo puente que los frailes estaban cansados de reconstruir cada cierto tiempo. El acceso al monasterio no podía seguir a merced de los caprichos del río, por lo tanto, era necesario solucionar el problema de una vez por todas. Las dificultades del monasterio eran muy grandes debido a la falta de dinero y de hombres de la comarca que supieran trabajar bien la piedra para levantar un puente indestructible.

Los monjes hartos de soportar estas penalidades decidieron hacer un trato con el demonio, que tenía fama de ser un buen constructor, del cual se encargó el hermano Ramón, un monje muy conocido por su sinceridad, un viernes, que consistía en pedirle que construyera un puente de sólida piedra. El demonio desconfiaba de los monjes, que poseían el salterio de San Cipriano, capaz de espantar y atormentar al mismo diablo si se presentaba. La sinceridad del hermano Ramón lo convenció. El trato fue que el demonio construiría el puente de sólida piedra entre el viernes y el domingo por la mañana y como recompensa recibiría todas las almas de los vasallos del monasterio que falleciesen ese domingo entre el rezo de las horas canónicas de Maitines (al amanecer) y Vísperas (al anochecer).

De acuerdo con el trato, el demonio construyó un precioso puente que terminó en la mañana del domingo y, cuando aguardaba contento su recompensa de almas, los monjes lo engañaron, justo al terminar el rezo de Maitines, que duró el doble del tiempo normal, continuaron con el canto de Vísperas, que todos los fieles siguieron con fervor y el demonio no pudo recibir su recompensa. Al concluir el rezo, al amanecer, salieron todos hacia el río; su asombro y alegría fueron inmensos, allí estaba el puente perfectamente terminado.

El enfado del demonio, por no conseguir lo prometido, fue inmenso pero no pudo hacer nada frente al poder del salterio de San Cipriano, al que le tenía miedo y a la sólida construcción que había hecho, que no podía destruir. El demonio siempre cumple su palabra y eso hizo en Carboeiro. Cuando, siglos más tarde, el salterio de San Cipriano fue llevado a Toledo por orden del obispo, un diablillo avisó a Satanás del traslado del libro y este volvió a Carboeiro para tomar su revancha y destruir el puente; provocó una pavorosa tempestad que arrasó el puente dejándolo en el estado ruinoso que tenía antes de su restauración, cumpliendo su venganza.

Historia

El puente de Carboeiro sobre el río Deza, al pie del monasterio del mismo nombre, se construyó para suplir a un puente romano, que unía los tramos de calzada que a ambos lados del puente aún quedan en la actualidad. Por aquí pasaba la vía que iba de Ponte Ledesma para Lugo, por Asorei (identificada como Asseconia, por algún autor), en el itinerario de Antonino entre Iria y Lugo.

Lo primero que hicieron los condes de Deza, para facilitar el acceso a la futura abadía, fue la construcción de un puente sólido para cruzar el río. Tal vez, al principio, había uno de madera, pero muy pronto se hizo de piedra, ya que en tiempo de los poderosos condes Betótez fueron construidos, también en Deza, varios de sillería: Cadrón (862) y Toiriz (77) sobre el río Arnego, Mourazos (862) sobre el Ulla y Taboada (912) sobre el Deza. Esto demuestra la importancia de Deza en estas fechas y lo próspero que fue este tiempo para sus gentes.

La fecha de construcción, el año 862, se podía ver en una piedra en medio del puente, hoy desaparecida, que rezaba: LABORAVERVNT ISTA PONTE IN ERA DCCCC ET FVIT PERFECTA? (Labraron este puente en la era DCCC [año 862] y fue concluido? López Ferreiro publicó esta inscripción en Galicia en los siglos de la Reconquista, aunque no la vio. Esto explica que la atribuyese al puente de San Pedro de Losón, pero Nicolás Alvarellos cree que debe referirse al de Carboeiro.

En los últimos años la Ponte do Demo, debido al mal estado en que se encontraba y el fuerte deterioro que venía sufriendo por el paso del tiempo y las crecidas del río, estuvo a punto de venirse abajo, pero su restauración por parte de la Consellería de Cultura hizo que se conserve en buenas condiciones. Gracias a ello hoy podemos disfrutar de este histórico puente que, por su entorno natural y su arquitectura, merece ser considerado como una de las joyas del patrimonio dezano.