Nada menos que 210 años después, vecinos de Matalobos volvieron a enfrentarse con sus humildes aperos de labranza y útiles domésticos a las poderosas tropas napoleónicas. Lo hicieron sin experiencia como actores pero tras ser adiestrados especialmente para la ocasión por la Escola Municipal de Artes Escénicas que dirige Xosé Lueiro, a través de la profesora Akira Valero. El resultado de la lucha fue que los valientes campesinos perecieron como hace dos siglos pero muy lejos de O Alto da Cruz. Expiraron en A Coruña para mayor gloria de su parroquia: complementando con su escenificación el estreno de la obra La batalla de Matalobos del compositor estradense Simón Couceiro, que ayer realizó la Banda Municipal de Música de A Coruña en el Palacio de la Ópera coruñés, bajo la dirección de Juan José Ocón.

El músico Iago Couceiro -a la postre sobrino de Simón- y tres integrantes de la EMAE de A Estrada encarnaban a los franceses. Iago Couceiro tocaba el tambor. Julián Rosende ejercía de abanderados. Y Adrián Quintela y Jesús Carbia interpretaban a dos soldados, portando fusiles y espadas. En francés lanzaban vivas a Francia, a su patria, y clavaban la bandera francesa en alusión a la ocupación de Matalobos.

Cuando abandonaron el escenario, al término del primer cuadro de la obra, arrancaba el segundo, con los vecinos de Matalobos: Beatriz Penas, Ángeles Pena, Ricardo Blanco, Tania Penas, José Seoane y Lucía Seoane. Portaban herramientas propias de las labores del campo, estiraron un mantel en el suelo y ya se disponían a merendar cuando los varones escucharon los cañonazos y el sonido de disparos de los fusiles de los franceses. Mientras que, al compás de la danza campestre ideada por Simón Couceiro, las mujeres danzaban, los varones trataban de divisar a lo lejos el origen de tanto ruido. Cuando acertaron a verlo, se quedaron congelados hasta que, de repente, los franceses irrumpieron de nuevo en los dominios de los campesinos y estos trataron de defenderlos con bravura: con sus herramientas y hasta con la sartén que suena en la pieza. Fue una lucha desigual en la que los franceses mataron a todos los matalobenses. Con sus cadáveres ya por el suelo, se burlaron de ellos y se comieron su comida. Entró entonces en escena el cura, al que encarnaba Antonio Giao, el mítico Padre Xiao, pero en este caso en versión trágica. Horrorizado al ver los cadáveres, rezó por ellos.También él pereció a manos de los franceses, que hicieron caso omiso de su petición de clemencia.

En este punto de la escenificación, un sonoro "¡oooohhh!" mostró a las claras la identificación de los coruñeses con los matalobenses y el éxito de la representación y de la obra de Simón Couceiro. De ello dan fe los numerosos vecinos que acudieron a la cita, bien en el autobús fletado especialmente para la ocasión por la comisión de fiestas de Santa Eulalia de Matalobos bien por sus propios medios. Tras el éxito de ayer, muchos reclaman ya que la obra se estrene también con representación en A Estrada. Couceiro -que también recibió peticiones de la grabación de varias bandas de Galicia y de Portugal- señaló al respecto que estaría "encantado".Ayer sumó numerosas felicitaciones y quiso dedicar su estreno a Carlos Barruso, del que destacó que es "un referente" para los músicos desde hace muchos años. Subrayó que es el maestro de "muchos estradenses" y consideró muy acertada la petición de un premio Martín Códax para él. También la secunda.