Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Medidas contra el cambio climático

Medio centenar de granjas dezanas participa en un plan de Agaca para reducir su impacto

Las explotaciones pertenecen a O Rodo y Campodeza -Los técnicos miden su consumo energético y de agua para elaborar un diagnóstico que permita recortar estos gastos -Un equipo de la USC colabora en el proyecto

El técnico Fernando Leis echa agua en una probeta en Ganadería Flora, en Vilatuxe, bajo la mirada de los dueños . // Bernabé/Ana Agra

La Asociación Galega de Cooperativas, Agaca, coordina el Proyecto Cepes de investigación para la reducción de la huella de carbono y de agua en las explotaciones lácteas. El proyecto, financiado por el Fondo Social Europeo y con la colaboración de la Escola de Enxeñería Ambiental de la Universidade de Santiago de Compostela, analizará el gasto energético e hídrico en medio centenar de granjas de Deza y en otras tantas de la comarca de Xallas, en A Coruña. La recogida de datos comenzó hace un mes y las previsiones pasan por cerrar las encuestas en Semana Santa. Por ahora, ya se sometieron al examen, voluntario, 30 granjas de las cooperativas de O Rodo y Campodeza.

Una de ellas es Ganadería Flora, en Vilatuxe. Su responsable es José Taboada, incorporado al sector hace un par de años. El técnico que se encarga de hacer las mediciones, Fernando Leis, invierte unas dos horas y media en recopilar datos en este establo. Las mediciones van mucho más allá de la huella de carbono que provoca la sala de ordeño. En estas encuestas se miden otras cuestiones como el gasto de combustible en la maquinaria, "que varía en función de si la granja hace uno ó dos cortes de hierba". Incluso hay que tener en cuenta que ya la producción de pienso tiene un impacto medioambiental.

La idea es saber cuál es la huella de carbono, es decir, cuántos kilos de dióxido de carbono supone producir un litro de leche. Muchas explotaciones ya han cambiado el chip, "de modo que invierten en acumuladores de calor o paneles solares para disponer de agua caliente", explica Fernando Leis, aunque este tipo de dotaciones suele ser más habitual en las granjas más grandes. Preguntado por si la transformación del purín en biogás es una alternativa para las explotaciones, el técnico de Agaca aclara que este tipo de opciones "sin una subvención fuerte, no suele ser rentable. Son más habituales en ganado porcino, aunque en granjas de vacuno sí se hace con algún proyecto europeo de investigación. Hablando de purines, Leis detecta que el aumento de la ganadería extensiva ya permite reducir el coste energético del traslado de purines, puesto que los animales fertilizan directamente el campo. "Las emisiones de carbono son mucho más altas en las industrias que se dedican a fabricar abono", recalca, a la vez que insiste en que el problema de los purines radica sobre todo en olores y en problemas urbanísticos, como los conflictos entre vecinos que poseen granjas y aquellos que quieren evitar el paso de ganado o el esparcimiento de purines por esos olores. Leis recalca que los vertidos de purines en caudales "son muy puntuales, es algo que no ocurre en Deza".

Bolas contra la evaporación

En cuanto a la huella hídrica, en esta fase de encuestas las granjas indican qué caudales utilizan o cuánta agua usan ara, por ejemplo, baldear el suelo. Mediante cálculos matemáticos y con una probeta puede definirse este gasto. "Las granjas no suelen derrochar agua" explica Leis, que considera que en zonas menos lluviosas y de cara a un agravamiento del cambio climático, se opta por sistemas de recogida del agua de precipitaciones para poder usarla en la limpieza de la granja.

Cada vez lloverá menos días y en forma de trombas de agua, pero Leis considera que las granjas pueden ser compatibles con este cambio climático. "Algunas fincas tendrán que tener sistemas de riego, y esto va a encarecer la producción de cultivos como el maíz. Así que es probable que haya un regreso a las praderas o a las cortiñas, donde los dueños se repartían los turnos de agua". La variación climática está ahí, y desde hace tiempo: si antes un pozo de barrena era de 15 metros, ahora puede alcanzar los 100, o incluso los 500, como en Castilla.

Las granjas que están en otras latitudes con climas más extremos, como Estados Unidos, la forma de compensar la falta de lluvias es luchando contra la evaporación. ¿Cómo? "Colocando en una balsa de agua 75 millones de bolas de plástico de color negro". Evitan que el agua se evapore y, al mismo tiempo, que cree lodos, al permitir una mínima entrada de oxígeno.

Compartir el artículo

stats