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"Si al final hay un impuesto por el metano de las vacas, habrá también algo que lo compense", afirma el técnico

La recogida de datos en las granjas dezanas y de Santa Comba es la segunda fase de un proyecto que arrancó con la formación de técnicos como agentes d ecoinnovación. Estos expertos se encargarán de asesorar a las explotaciones sobre las alternativas para usar de la forma más eficiente sus recursos y reducir al máximo el consumo de agua y energía. Este asesoramiento tendrá lugar una vez que remate la recogida de datos que, además, permitirá que cada explotación tenga su propio diagnóstico. Este informe le ayudará a los agentes de ecoinnovación a identificar qué sistemas tiene que seguir cada granja para lograr una producción hipocarbónica. Aquí, las granjas dezanas ya parten con los deberes hechos, puesto que lo habitual "ya no es tener tres tractores en casa, sino, utilizar la maquinaria de las cooperativas" que, por ahora, resultarían inviables si fuesen híbridas y dejasen el gasóleo.

La puesta en marcha de este proyecto pionero tiene lugar en una época en la que las granjas tuvieron que enfrentarse primero a la normativa europea para cambiar el sistema de aplicación de purín y, ahora, a la sombra de un posible impuesto, también ideado desde Bruselas, por la emisión de metano de las vacas. Leis quiere mandar un mensaje tranquilizador. "Si sale un impuesto, va a salir algo que lo compense, por eso es tan necesario que tengamos estos datos". Leis coincide con lo que semanas atrás recalcaban las organizaciones agrarias sobre la posibilidad de este tributo a los gases de las vacas: la actividad ganadera compensa su impacto ambiental con el abono del suelo y la pervivencia del mismo mediante el sistema de cultivos, por no hablar de la labor de cortafuegos que ejercen éstos.

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