Las repoblaciones de caza menor a veces conllevan el riesgo de extender enfermedades entre los ejemplares que ya viven en el monte. De hecho, años atrás el Tecor Farelo, de Agolada, decidió no repoblar para evitar cualquier tipo de contagio. Esto también puede explicar por qué apenas se hace repoblación de liebre en terrenos dezanos, vista la epidemia de mixomatosis que padece este animal en España.

Pero conejo y liebre no son los únicos que pueden padecer plagas. El zorro, uno de los principales depredadores de la caza menor, es víctima de la sarna en zonas como Vila de Cruces. Pero su superpoblación es tal que "debería haber 10 veces más de caza menor para poder alimentar a toda la población de zorro", apunta José Rodríguez. El zorro, al igual que el jabalí, se come los nidos de las perdices y las crías de conejos. El raposo ataca incluso a las crías de corzo recién nacidas.

Hablando de jabalíes, por el momento, sus daños en prados no despertaron la alerta entre los ganaderos y los cazadores. Este animal, al margen del peligro que supone como propagador de la peste africana, es un problema a la hora de hablar de seguridad vial. En lo que va de año, la Sociedade de Caza, Pesca e Tiro de Silleda ya tuvo que pagar cuatro franquicias por accidentes de tráfico causadas por el puerco salvaje. Y es que las sociedades de caza son responsables de los daños que cause este animal en el tráfico durante el día que se organice la batida y hasta las 12.00 horas de la jornada siguiente. Antes recaía sobre ellas la responsabilidad a cualquier hora, por lo que era muy difícil negociar con una compañía aseguradora.