Uno de los cuatro cedros que a finales de los años 50 plantaron en la explanada de la iglesia de Fontao los hermanos César y Luis Cort Gómez luce desde hace días unos cortes que podrían dañarlo de forma irreparable. En su base algún desaprensivo ha arrancado la corteza, de forma que es necesario aplicar urgentemente un fungicida para evitar que cualquier plaga pueda entrar en el árbol. Los vecinos ya dejaron constancia por correo de este incidente al concello, y señalan que el exterior del poblado minero cuenta con cámaras de videovigilancia, al igual que la capilla, las antiguas escuelas o el auditorio, por lo que deberían servir para frenar este tipo de actos vandálicos. Los cedros, a decir verdad, ya forman parte de la historia del poblado minero, puesto que cuando éste se inauguró en julio de 1960, los árboles ya lucían, aunque con un porte bastante más pequeño. Dado que tienen más de medio siglo de antigüedad, podrían incluso optar a formar parte del Catálogo Galego de Árbores Senlleiras, en el que figuran ya los robles de Vilatuxe, Soutolongo y Bermés, en Lalín.