El Concello de Silleda y los vecinos de la parroquia estrenaron a principios de octubre un aparcamiento para los turistas que visitan la Fervenza do Toxa. Sin embargo, sigue habiendo conductores que no respetan la señal que solo permite a los residentes circular por la pista hacia el mirador y Quintás. Estos chóferes, una vez que obvian dicho indicador, aparcan en fincas privadas, con los que los vecinos de la parroquia siguen sufriendo los mismo perjuicios que antes de la ordenación de los acceso, pese al esfuerzo del gobierno.

Por este motivo, el ejecutivo socialista anuncia que comenzará a sancionar a los conductores que no respeten la señalización del entorno de este enclave natural. El alcaide, Manuel Cuíña, se lamenta de que "pese a todo lo que se hizo, sigue habiendo muchos visitantes que no respetan la reordenación llevada a cabo". En la misma línea se pronuncia la concejala de Turismo, Ana Luisa González Costa, que en próximas fechas se reunirá con el alcalde y con los vecinos de Pazos. El ejecutivo tiene previsto acometer más obras en el entorno de este paraje, para evitar encharcamientos por las aguas pluviales y mejorar el alumbrado del citado aparcamiento. La idea es conjugar la tranquilidad e los propietarios de fincas colindantes con la puesta en valor de uno de los reclamos turísticos de la comarca dezana.

La reordenación de los acceso a la catarata arrancó hace un par de año, con la retirada del tráfico del entorno natural ya que incluso había personas que bajaban en coche casi hasta el pie de la cascada. Para ello, se colocaron dos barreras de madera que ayudaron a proteger el camino de bajada, a la vez que se colocaron señales tanto de la fervenza como del monasterio de Carboeiro en distintos puntos, y se colocaron traviesas y barandillas de madera en el sendero. Precisamente, durante el fin de semana pasado se detectaron graves daños, seguramente fruto de actos vandálicos. La barrera de madera que se colocó al comienzo del camino peatonal que conduce a la catarata presenta varias brechas y, además, falta parte de la barandilla, también de madera, situada en el tramo de la presa.

El regidor apunta que "lamentamos profundamente que una vez más el mobiliario público, y en especial en un entorno como éste, vuelva a sufrir este tipo de ataques". Cuíña apela a la colaboración ciudadana para dar con el autor de estos actos. Silleda ya tuvo que reparar los daños que otros desaprensivos produjeron en la Carballeira das Pedrosas, el pulmón verde cercano al casco urbano. En enero del año pasado, algún incívico arrancó varios postes de luz, cuando aún no se había inaugurado su nuevo sistema de iluminación.